Las hermanas Yanguas -Deli (Quel, 1967) y Maite (Quel, 1969)- llevan 29 años al frente de un negocio que se remonta al espíritu emprendedor de «nuestro abuelo y nuestro padre». «Mi abuelo vendía fruta seca, mi padre siguió con la tradición y hace años nos enganchó para que empezáramos en esto», informan al unísono Deli y Maite. Y esto no es otra cosa que LaQueleña, uno de los obradores más reconocidos de fardelejos (aunque también elaboran rosquillas y mantecados).
El buen fardelejo es el resultado de una ponderada mezcla de huevo, azúcar y almendra, «que es el producto estrella», envuelto en una fina capa de hojaldre. Partiendo de estos ingredientes, ellas combinan a partes iguales buenas manos, grandes dotes comerciales, desparpajo y mucha retranca.
Así, si les preguntamos por la presunta paternidad arnedana de estas delicatessen, amenazan, en broma, con cerrarnos la puerta de La Queleña de par en par. «Los de Arnedo dicen que es de Arnedo y los que somos de Quel decimos que es queleño. Lo que está claro es que las primeras en hacer fardelejos eran de Quel», informan. Más allá de estas disquisiciones, queda claro que «aunque su herencia es árabe, es cien por cien riojano».
La temporada baja para el fardelejo va de enero a Semana Santa. A partir de entonces, empieza el verdadero trajín. «Aunque parezca mentira, casi trabajamos más en verano que en invierno», subrayan. El trasiego de veraneantes y retornados les obliga a trabajar casi a destajo, «veinticuatro, siete», bromean.
Quel ha dejado de oler a almendra «y eso que esto era un valle de almendros» y en su obrador tampoco huele a aceite aunque este dulce «se fríe cinco minutos a 180 grados». Pese a contar con el sello artesano, los productos de La Queleña llegan a particulares, ferias y también a los grandes lineales, fruto del espíritu emprendedor de su padre.