El proyecto Alasca atiende a muchos usuarios durante todo el año. A unos de manera puntual y a otros de manera permanente.
Una de estas personas es Ana Rosa González Martos, una mujer de 51 años con prótesis de cadera que se ve obligada a dormir todas las noches allí porque «no tengo casa, ya que no hay viviendas adaptadas a mi situación actual. Me muevo con una silla motorizada y no hay viviendas donde entre la moto y la pueda cargar. Aquí cargo la moto por la noche y duermo».
Esta usuaria asegura que va a estar en este centro hasta que «ellos quieran». Aunque afirma que suele preguntar por habitaciones adaptadas para ella pero «no hay en ningún lado».
Su situación personal conlleva que tenga derecho al Servicio de Ayuda a Domicilio. «Por las mañanas viene una chica que me ayuda a ponerme y quitarme la ropa y con mi higiene personal», indica.
Suele usar las instalaciones junto al resto de usuarios y utiliza su teléfono móvil para ver la tele en él.
La vida de Ana Rosa González no ha sido fácil. Vino a Logroño procedente de Galicia por un caso de malos tratos y terminó en una vivienda de acogida ubicada en Duquesa de la Victoria. El camino recorrido ha tenido baches pero «ahora estoy bien, tengo ayudas, una cama en este centro social y cierta independencia».
Esta mujer no piensa en el futuro sino que vive «día a día sin perder la sonrisa».