«Ilustrar y publicar era un sueño que he podido cumplir»

El Día
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La ilustradora Raquel Marín colabora con El País y acaba de ilustrar para Kalandraka Mañana

Raquel Marín. - Foto: Óscar Solorzano

Lleva dieciséis años colaborando con El País donde comparte en páginas con, entre otros, Andrés Rábago 'El Roto' o Agustín Sciammarella («es un honor estar en el mismo espacio que ellos», ensalza) y, desde hace tres, se ha sumado a la nómina de autores de la revista Viajar aunque su campo habitual de creación es la ilustración literaria. Raquel Marín (Pradejón, 1980) se licenció en Bellas Artes en Cuenca, la capital nacional del arte abstracto, y se decantó poco después por la ilustración en un periplo formativo que continuó en Logroño y Badalona.  

Pese a que La Rioja cuenta con cerca de una veintena de ilustradores (no todos ejerciendo en la región), son Madrid y Barcelona los polos de atracción de un oficio que cuenta «con mucha competencia». «Mi sueño era ser ilustradra y poder publicar libros. Por eso me marché a Barcelona. En su día creía que no tenía futuro en Logroño», completa. Poco a poco, gracias a muchas horas de inspiración y muchísimas más de transpiración, Raquel Marín considera que su trabajo «se está difundiendo».

Tras este viaje de ida y vuelta, considera cumplido su sueño de  «publicar álbum ilustrado infantil». Y, para muestra, Mañana, finalista del XV Premio Internacional Ciudad de Orihuela de Poesía para Niñas y Niños. La riojana ha ilustrado la obra de Isabel Cobo, publicada por la editorial gallega Kalandraka, una de las más prestigiosas en el género LIJ. «Cada vez se ven más libros ilustrados dedicados al público infantil y juvenil. Es una literatura que está creciendo, con nuevas editoriales, quizás hasta demás», analiza. «A veces se publica demasiado y no todo es bueno», reflexiona consciente de la hiperinflación de títulos y novedades editoriales que siempre ha caracterizado el mercado español.

Mañana es su última incursión en una singladura literaria que le ha llevado a publicar en Nórdica, Thule o Cruïlla, responsable esta última de la edición catalana de Barcos de Vapor.

Si además de subrayar el nivel de sus pares riojanos y el magisterio de sus connacionales Isidro Ferrer o Sonia Pulido, destaca al francés Tomi Ungerer como referente. En cuanto a su estilo personal, lo define como «ecléctico», mutable, dúctil, permeable. «Me adapto a cada proyecto. Por ejemplo, en mis colaboraciones para El País tengo un estilo más sencillo, con colores más planos pero cuando hago otro tipo de ilustraciones, mezclo técnicas, uso el lápiz, trabajo en digital...».

Reconoce que la novela gráfica o el cómic se le resisten («conlleva mucho trabajo, me cuesta, creo que no estoy ahí») y asume que entre las obligaciones de todo ilustrador está «saber leer bien». «No ya que le guste leer», completa, «sino que hay que saber leer entre líneas».

Su trabajo consiste en«ilustrar más allá de lo que dice el texto, buscar bien los detalles y entender bien al escritor». Y, por eso, ilustrar es una misión nada sencilla de la que trata de salir airosa bien en sus colaboraciones periodísticas, bien en sus creaciones literarias.

Una de las creaciones de las que está más orgullosa es El Río, de Ana María Matute. «Era una colección de 49 relatos, de los que al final seleccioné dieciocho como posible cubierta y de esos dieciocho me quedé con una imagen», recuerda. «Pero no es una tarea fácil», se despide.