La Rioja presenta un desfibrilador para cada 1.063 habitantes

David Hernando Rioja
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Esta comunidad autónoma es una de las regiones en las que no es obligatorio que haya este tipo de aparatos en lugares y espacios que son públicos

El técnico de emergencia sanitaria de Cruz Roja, Jonathan Vigaray, coloca los parches de un desfibrilador a un muñeco - Foto: Carlos Caperos

Hace unas semanas, un niño de 11 años salvó la vida a su madre en Logroño después de practicarle una técnica de reanimación cardiorpulmonar y llamar a los servicios de emergencia justo a tiempo. Una hazaña que no pasó desapercibida y que recuerda la importancia de conocer estas maniobras.

España suma 30.000 nuevos casos de muerte súbita aproximadamente y cerca de 15.000 intentos de reanimación por parte de los servicios de emergencia, según los últimos datos recogidas por la Sociedad Española de Cardiología. Otro dato es que las posibilidades de sobrevivir sin secuelas a una parada cardiaca extrahospitalaria están entre un 5% y un 11%. 

Unas cifras que tratan de servir de aviso para los dirigentes y ciudadanos de las diferentes comunidades autónomas. Los desfibriladores son una herramienta potente para prevenir y evitar estos problemas cardíacos pero hay regiones cuya legislación dice que debe ser obligatorio colocarlos en espacios públicos y otras todo lo contrario.

Entre las comunidades autónomas que los tienen obligatorios se encuentran el País Vasco, Cataluña, Andalucía, Asturias, Canarias, Cantabria, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Navarra, Aragón y Extremadura. 

En La Rioja, por su parte, es opcional y «no tiene pinta de que esta situación vaya a cambiar», el técnico de emergencia sanitaria e instructor de soporte vital básico de Cruz Roja, Jonathan Vigaray. Ahora mismo, el Servicio Riojano de Salud (SERIS) tiene registrados 305 desfibriladores semiautomáticos (DESA) en centros no sanitarios, lo que significa que hay un desfibrilador para cada 1.063 habitantes.

El SERIS tiene un mapa en su web donde aparecen todos los lugares donde hay instalado uno de estos desfibriladores y se actualiza con mucha frecuencia, prácticamente cada vez que se da de alta un nuevo DESA. 

Vigaray asegura que son escasos y que «si todas las instalaciones deportivas o en las que va mucha gente hubiera uno, se duplicaría el número». «Pradoviejo y el Palacio de los Deportes si que tienen pero otros centros que son más pequeños como el polideportivo del IES Escultor Daniel no tiene», critica.

Cruz Roja, por ejemplo, puso un desfibrilador en la puerta de sus instalaciones en Logroño porque «es un sitio por el que pasa mucha gente y ha habido muchas veces que nos han llamado porque pasaba algo». Pero estos desfibriladores no siempre están tan accesibles para las personas que lo necesitan. Hay algunos pueblos en los que estos aparatos se encuentran en espacios cerrados con una llave que «solo tiene el alcalde o la médica, por lo que no está accesible para todo el mundo», lamenta.

La parte positiva es que los desfibriladores se están implantando cada vez más en muchos más lugares, tanto públicos como privados. Este técnico recuerda que Cruz Roja cuenta también con desfibriladores en Arnedo y Calahorra, por ejemplo.

Funcionamiento. Uno de los aspectos claves para salvar la vida de alguien es conocer bien su funcionamiento aunque «usar un aparato como estos es muy fácil porque él mismo va indicando los pasos que debe seguir la persona que lo está utilizando», indica Vigaray.

Las instrucciones a seguir son sencillas. La primera es aplicar los electrodos en el pecho desnudo del paciente, para después enchufar el conector de los electrodos a la luz intermitente y analizar el ritmo cardiaco del paciente.

La voz del aparato continúa diciendo que no hay que tocar al paciente y seguido, aconseja dar una descarga al paciente. Mientras se carga el desfibrilador, indica a la persona que lo está colocando que se aleje y de la descarga pulsando el botón naranja.

Vigaray destaca que los desfibriladores nunca te indican una acción que «no sepas realizar» ni va a dar un chispazo. «Si los parches no están correctamente puestos sobre el cuerpo o el desfibrilador no está bien puesto, no va a dar ninguna descarga y no va a dejar pasar al siguiente paso», señala.

La parte más complicada es reconocer el momento en el que una persona necesita el uso de un desfibrilador. «Explicar el uso de un desfibrilador me cuesta una hora y media, y el resto del tiempo me dedico a enseñar como saber si una persona está consciente o inconsciente, cuando se sabe si respira o no respira, o si tiene pulso o no», detalla este experto.

Otro aspecto en el que Vigaray incide es la autoprotección. «Nunca sabes porque esa persona está inconsciente», concluye.