«Me debo a mi comunidad y a sus ciudadanos y yo estaré siempre que mi presencia sea necesaria para defender sus intereses». Apenas habían pasado unos días de su toma de posesión y Gonzalo Capellán ya quiso dejar bien claro cuales eran sus motivaciones como presidente de La Rioja. En aquel entonces, algunos militantes de la vieja guardia sonreían de forma maliciosa pensando en que la realidad de un partido que aspira a recuperar el Gobierno de la nación le obligaría a pronto a comerse sus palabras. Año y medio después, por el contrario, ya empiezan a tomar en consideración esta actitud por mucho que, desde dentro, haya un sector del partido que la critique.
La enésima 'espantada' de ayer a la reunión de la Junta Directiva nacional del PP en Madrid tiene una doble significación, tanto por el momento en el que se produce como por el acto que ha impedido su presencia en la capital de España. En cuanto a lo primero, la vía de agua que el Gobierno de Sánchez ha encontrado en la unidad de acción de las autonomías populares con la promesa de una quita de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómico exigía una imagen de unanimidad en torno a Alberto Núñez Feijóo. Con respecto a lo segundo, un convenio con una comunidad autónoma socialista en la que sigue teniendo un papel importante el secretario de Organización del PSOE no parece una cita ideal a los ojos de Génova.
un político poco habitual. La de ayer no fue además la única vez que Capellán rehusa a la llamada a 'maitines' del PP, el nombre con el que se ha conocido tradicionalmente a estas reuniones internas del PP. Muy comentada fue también su ausencia al encuentro organizado el 1 de julio en Salamanca por el líder del PP para tratar de impulsar una EBAU común en las comunidades 'populares'. El motivo, en esa ocasión, la firma del acuerdo de capitalidad con el Ayuntamiento de Logroño, algo que podía haberse pospuesto sin mayor problema.
Más sarpullido causaron las declaraciones de Gonzalo Capellán nada más reunirse con Pedro Sánchez el pasado 27 de septiembre. En el momento más encarnizado de la batalla política entre PP y PSOE, cuando la orden no verbalizada parecía ser la de 'al enemigo ni agua', el presidente riojano calificó de positivo ese encuentro y alabó el interés que puso el inquilino de La Moncloa en escuchar los problemas de esta tierra. «No vengo aquí como político sino como representante de los riojanos», añadió Capellán.
La dialéctica política no entiende este tipo de comportamientos, que evitan la confrontación y se empeñan en buscar los puntos de unión. En el aparato se ven casi como una traición al ideario del partido y algo de inusual tuvieron que tener porque los medios nacionales se hicieron eco de esta poco habitual forma de describir una reunión entre responsables de distinto signo político.
Capellán es perfectamente consciente de las diversas interpretaciones que dan a sus ausencias y, por si esto no fuera suficiente, ya se lo han hecho ver desde el propio partido. Lejos de cambiar su actitud, el presidente riojano ha mostrado su intención de no variar su agenda institucional para asistir a un encuentro de partido, desmintiendo a quienes le consideraron una marioneta de Génova cuando fue elegido como candidato. «Es cierto que vino con el aval de que le había elegido Feijóo directamente, pero pronto demostró que no va a atender por que sí todas las órdenes del partido», indica un histórico militante.
Todas las fuentes consultadas coinciden a la hora de identificar esta actitud con la nula intención de Capellán de hacer carrera política en Madrid. Muchos le ven como un catedrático de universidad metido coyunturalmente a presidente sin analizar que este aparente desdén puede ser al final su arma más contundente.