La totalidad de las comunidades autónomas españolas no llegan a cumplir los objetivos de reducción de la tasa de pobreza infantil marcados para 2023 y con el objetivo puesto en 2030. Ahora bien, en un panorama nada favorable, La Rioja se erige en la región que más ha conseguido minimizar la brecha durante el pasado ejercicio entre los datos de pobreza monetaria entre los menores de edad y el reto que de forma anual se fijaron en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) allá por 2015.
Basándose en la evolución del informe Arope, el Observatorio de la Infancia realiza un análisis de la evolución del mismo y lo compara con los citados retos anuales que aspiran a reducir a la mitad los porcentajes de pobreza monetaria infantil.
Así, el riesgo de pobreza o exclusión social en niños, niñas y adolescentes quedó fijado en el 34,4% y se estableció el reto de reducir la tasa a la mitad quince años después, es decir, al 17,2% con una sucesión escalonada de objetivos anuales. De esta forma, el reto para 2023 pasaba por alcanzar una tasa del 25,2% que ninguna comunidad española ha logrado materializar. Tan solo La Rioja se acerca al cumplimiento del objetivo (24,1%) con un diferencial de -1,8%.
Y el dato, a pesar de no llegar a la meta en el cierre del pasado ejercicio, alberga su mérito si se tiene en cuenta que regiones como Andalucía, Islas Baleares, Aragón, Principado de Asturias, Canarias, Valencia o Navarra mantiene aún una brecha abierta superior al -10%. De hecho, la gráfica del histórico de datos evidencia una tendencia a la baja entre 2015 y 2018 acercando tasa y objetivos. En este momento se produce un drástico cambio y la brecha vuelve a abrirse hasta el ejercicio 2021. En aquel momento, el riesgo de pobreza infantil o exclusión social de la infancia quedó fijado por el informe Arope en el 33% mientras que los objetivos teóricos quedaban relegados a un 27,5%.
Al cierre de 2023, la realidad sitúa la pobreza entre menores de edad en el 33,9% y los objetivos aspiraban a alcanzar un 25,2%.
En este sentido, La Rioja, con mejores datos que el resto de comunidades autónomas españolas, bebe también de una tendencia generalizada para el conjunto del país. Es decir, la región marca una senda a la baja desde el año 2015 tan solo interrumpida a partir del ejercicio 2021 para retomar de nueva una tendencia a la baja y más próxima a los porcentajes proyectados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
De hecho, el análisis que ha publicado el Observatorio de la Infancia recientemente con datos relativos al cierre del pasado ejercicio, alude a los estragos que sobre este colectivo poblacional de menores de edad ha ejercicio tanto la pandemia del covid-19 como la salida de la misma.
Compromiso. El análisis del Observatorio ve necesario recuperar la senda para estrechar la brecha existente entre la realidad que acecha a los más pequeños y los objetivos establecidos año a año con el horizonte fijado siempre en el año 2030. En este sentido, el Observatorio de la Infancia hace un expreso llamamiento a las administraciones públicas y «un esfuerzo coordinado a todas las comunidades autónomas para implementar políticas efectivas que aborden las necesidades específicas de cada región». Todo ello con el objetivo de «garantizar la protección de la infancia», concluye el análisis.
El 5,4% de riojanos no puede permitirse comer carne o pescado cada 2 días
Los efectos de las subidas de precios arroja también otro dato que resulta demoledor. El 5,4% de los residentes en La Rioja no puede permitirse comer carne o pescado cada dos días. El dato resulta especialmente duro si se tiene en cuenta que un año antes, el porcentaje de personas residentes a lo largo y ancho de la Comunidad que no podían hacer frente a este bien de primera necesidad ascendía a un 2,2%. Dicho de otra forma, crece en 3,3 puntos el número de riojanos que no puede comer carne o pescado cada dos días.
Se trata de una variable medida desde el ejercicio 2088 cuando la tasa quedaba fijada en un 1% de la población de la Comunidad riojana. Una tendencia que refleja una tendencia al alza hasta el año 2019, momento en el que experimente un considerable descenso que se mantiene también en 2020.
A partir de ese ejercicio, y con los efectos de la pandemia del covid-19 ya evidentes, la tasa sube hasta los 3 puntos porcentuales, se recupera ligeramente en 2022, con el regreso a la normalidad tras el virus, pero regresa, de nuevo, a una senda alcista en 2023 tras los incrementos de la inflación.