Al igual que el vino, el calzado es enseña de la región y, como el Rioja, no pasa por sus mejores momentos. El presidente de la patronal de este importante puntal de la economía riojana, Alfonso Ruiz, director ejecutivo de Arneplant, cumple el perfil del empresario hecho a sí mismo y representa el estándar de una generación de industriales de mediana edad que no ven claro el relevo generacional en un sector que lo es casi todo para Arnedo. Como el otro producto riojano por antonomasia, el calzado trata de encaminarse hacia el futuro por una senda sembrada de dudas e incertidumbres.
Ustedes, como el vino, son embajadores de la región, un producto que la identifica dentro y fuera de España. El Rioja pasa por momentos complicados; ¿cómo está la salud del sector del calzado riojano?
El calzado atraviesa un momento crítico. Cuando se habla del calzado parece que es un sector uniforme y no es así, porque tenemos desde el calzado de seguridad laboral al de moda, y por tamaño tenemos de todo, y si vamos a la tipología de lo que hacen están los complementos, agentes comerciales, los que hacen el producto final, subcontratas...de manera que a todo el mundo no le va igual de bien o de mal. Dar un diagnóstico del conjunto es complicado, pero si vamos a la generalidad, el sector del calzado está muy tocado, lleva ya así varios años, es algo que acumulativamente va minando y las perspectivas no son buenas.
Y en esa coyuntura negativa, ¿a qué tipo de calzado le va peor y mejor?
Si hablamos sectorialmente, podemos decir que el calzado laboral está en una situación un poco mejor, aunque no boyante, pero si vamos al calzado moda, es el desastre.
¿El problema es estructural o un bajón pasajero?
Como todo, tendrá su parte coyuntural y su parte estructural. El cierre de pequeñas tiendas, las zapaterías de calle, tiene más pinta de estructural, como también el cambio de hábitos de consumo de la juventud, que compra más zapato de cadena comercial, llámese Inditex o Mango, que son actores que antes no estaban en el calzado y ahora sí están, y de manera muy fuerte, o el comercio online. La actual crisis de consumo, en el sentido de que quizás se dedica más dinero al ocio y menos a la compra de productos como el calzado, creo que es más coyuntural. ¿Como vamos a saber cada empresa cómo reinventarnos o adaptarnos a las nuevas reglas del juego?; dependerá mucho de cada uno, pero todo el mundo se tiene que adaptar a los tiempos, en los que algunos sobrevivirán y otros no.
En los últimos años han cerrado varias empresas del sector, la última Aros Notton. ¿Habrá más cierres?
En el sector del calzado hay dos tipos de problemas, el que lo está pasando mal, tanto por el mercado como por el ambiente que hay, que le llevan a cerrar y temo que alguna más habrá. Y también hay un problema de relevo generacional. Esa polaridad social que se da de buscar buenos y malos en la empresa pequeña y familiar crea un ambiente en el que parece que todo va contra el empresario. Al final, el empresario es una persona que toma decisiones en base a su estado emocional y yo cada vez escucho a más gente que no quiere esto para sus hijos, que no quiere invertir ni contratar y que si subcontrata lo hace en países con mano de obra más barata. Minan la moral de muchos proyectos empresariales por falta de ilusión y de apatía. El sector está mal y el ambiente no ayuda y si a eso le añades el Gobierno, la regulaciones y que cada vez se nos trata peor, veo apatía y falta de relevo generacional.
Si hubiera que buscar una razón principal de esa crisis, ¿cuál sería?
Realmente lo que faltan son ventas. En lo demás, nos vamos adaptando y nos buscamos la vida. Evidentemente hay una falta de profesionalización del mercado de trabajo. En pueblos como Arnedo, es difícil traer talento y encontrar gente con compromiso pensando en un proyecto de vida a largo plazo. Igual que en los años 70 hubo éxodo a las ciudades, ahora hay otra ola de gente que se va a las ciudades. Nuestros hijos no se quedan y a muchos incluso Logroño se les queda pequeño; se van a estudiar a Madrid u otras grandes ciudades y no basan su proyecto de vida en Arnedo. Tampoco las comunicaciones y el entorno ayudan. Es cierto que Arnedo ha crecido, pero por la inmigración, para la que aún es atractivo el sector del calzado. Pero cuando digo que falta personal no hablo de operarios rasos, sino de mandos intermedios, de puestos de oficina o de exportación. Actualmente lo está cubriendo la inmigración, porque para nuestros hijos, no solo el sector, sino la vida en un pueblo no resulta atractiva.
¿Y los sueldos son atractivos como que les inciten a quedarse?
Hablo con datos del convenio del calzado 2022-2025 y la realidad es que con toda la subida que está habiendo de los cargos de la Seguridad Social, del absentismo y la reducción de la jornada laboral que se espera, la subida para la empresa va a ser de un 18,3 por ciento;pero si lo miras desde el punto de vista de los trabajadores, para ellos hay una subida del IRPF de manera que en el neto solo han conseguido un 13,8 por ciento y el convenio se ha subido un 16,5 por ciento. Entre la Seguridad Social, el IRPF y las cotizaciones sociales del trabajador, comparando las de 2021 con las que se van a quedar en 2026, la recaudación del Gobierno aumenta un 22,20 por ciento. Quizás a la hora de elegir buenos y malos hay una equivocación al pensar en los beneficios de las empresas. De lo que factura una empresa el 45 por ciento va al Estado; en el mejor de los casos, el beneficio empresarial es el 8 por ciento.
Pero, en definitiva, ¿el calzado es un sector bien o mal pagado?
Depende del convenio, hay muchas empresas, mucha tipología. El convenio prevé una productividad y es cierto que si vas a salarios base, sin productividad, no es el mejor, pero tampoco el peor. Con productividad es otra cosa y en la escala de personal de las empresas hay muchos rangos. No creo que sea un convenio de los malos, pero la realidad es que todo el esfuerzo que se hace no llega a los trabajadores, que realmente han perdido poder adquisitivo, pero no por las empresas, que han pagado más del objetivo del IPC. Es por una regulación del Gobierno que ha aumentado los impuestos.
Si el verdadero problema son las ventas, ¿hacia dónde deben orientar su estrategia las empresas?
Es muy difícil dar una repuesta, porque cada una va a intentar algo para adaptarse. Cuando los cambios vienen poco a poco, las empresas toman decisiones intentando adaptarse. Pero nos hemos encontrado con que las reglas han cambiado de la noche a la mañana. Veníamos de épocas no muy boyantes para el calzado, pero desde la pandemia ha habido que reacomodarse. A eso se le añade la presión regulatoria europea y nacional y el coste laboral en un sector de mano en el que el 50 por ciento del coste es mano de obra. Nos enfrentamos a una subida de costes brutal en una situación en la que ya estábamos mal. Muchos lo tienen muy complicado para repercutirlo en los precios, lo que deja a muchas empresas tambaleándose.
¿Y cómo se adaptarán a ese nuevo escenario?
Quizás algunos lo encuentran en la externalización y en la transición hacia el comercial, otros en la exportación y otras quizás tengan que buscarse otros canales y potenciar lo nacional. Me siento incapaz de decirle a cada uno lo que tiene que hacer. El problema es que habrá gente que por no saber o no poder se va a quedar por el camino.
¿Cómo le irá a su sector con la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales?
Incluso desde el punto de vista de un trabajador no sé si será muy eficaz. En el sector del calzado estamos haciendo 39 horas semanales; pasar a 37,5 supone un 4 por ciento y producir más trabajando menos, en un trabajo físico como es el calzado, es imposible. Eso se va a traducir en que a lo mejor el trabajador va a trabajar 18 minutos menos al día, lo que realmente va a cambiar poco su vida. Es de perogrullo que ese 4 por ciento más las subidas salariales y todo esto va impacta en el IPC. Todo va orientado a la pérdida de poder adquisitivo, que a su vez repercute en la falta de ventas. Creemos que es una idea equivocada y sobre todo hacerla de una manera tan brusca. No sé que va a conseguir esta reducción de la jornada laboral en el sector del calzado, porque desde luego más contrataciones no.
El comercio mundial está estos días en vilo por los anuncios de Donald Trump de establecer aranceles para proteger los productos estadounidenses. ¿Al calzado le inquieta?
Creo que las exportaciones del sector a Estados Unidos son residuales. Los clientes del calzado riojano están más en España y en la Unión Europea, aunque seguro que hay quien sí exporta a Estados Unidos. No creo que tenga consecuencias directas, pero puede que haya derivadas. Cualquier incertidumbre o inestabilidad puede afectar.
Y está el otro gigante mundial que es China. ¿Es un competidor muy potente para el calzado riojano?
A día de hoy el poder adquisitivo de los chinos está por encima de los españoles. Lo primero, porque trabajan bastante más, unas 2.300 o 2.400 horas al año, y cobran lo mismo, pero las cosas son mucho más baratas, con lo cual a nivel de poder adquisitivo ganan. Y con esto no estoy hablando de importarlo aquí, solo constato una realidad. Pero China cada consume más y es menos competitiva en el calzado como zona de deslocalización y productiva. Aunque sigue siendo el primer productor del mundo, el calzado está saliendo hacia zonas como Vietnam, Indonesia, Camboya o Turquía. La amenaza china irá a menos, pero otras zonas de Asia sí lo son.
¿Al calzado riojano le afecta la crisis de la misma manera que a otras zonas productoras?
Esa crisis no es solamente riojana, ni siquiera española, sino que es a nivel de toda Europa. Los alemanes, franceses e italianos están igual que nosotros y veo una nueva ola de deslocalizaciones de algunas empresas.
¿Se refiere a empresas riojanas?
De empresas de aquí y de toda Europa. No una deslocalización en el sentido productivo, sino en el sentido de importar calzado o subcontratarlo y que venga hecho y seguir comercializándolo aquí. En sí mismo no tiene por qué ser negativo, porque hay empresas que a lo mejor a nivel de producción no son capaces de tener un producto viable, pero sí a través de la comercialización. Y no tiene por qué ser un problema que haya una comercial; las hay que tienen un perfil de empleo más alto, porque suele tener otro tipo de trabajadores más cualificados que quizás están más sincronizados con los intereses de nuestros hijos. Por eso, yo no veo ningún problema en que alguien vea su proyecto de vida en la comercialización. La realidad es que muchos están buscando fuera cómo poder sobrevivir.
¿Y qué países son atractivos para esas empresas?
En Europa hay dos tendencias: por cercanía, Marruecos y Portugal, que es más competitivo que los españoles; y ya más lejos, el sudeste asiático, como por ejemplo Vietnam, o también India.
¿Veremos empresas riojanas que ahora fabrican en Arnedo que se lleven toda su producción o parte de ella a estos países?
Ya las hay. Hay proyectos mixtos, que fabrican una parte aquí y otra la importan. Y volvemos a lo mismo, cuantas más zancadillas nos encontremos por el camino, más afectará al estado de ánimo de los empresarios. En Arnedo hay una particularidad y es que al ser un pueblo las clases sociales están entremezcladas, de manera que los hijos de los empresarios van al colegio con los de los trabajadores, compartimos los mismos bares, las mismas bodas, absolutamente todo. Y cuando algo va mal, cualquier cosa que pase en una empresa es un trauma en la vida social del pueblo, porque esto no es Madrid, ni siquiera Logroño.
Usted dice que un fabricante de calzado se transforme en comercializador no tiene por qué ser malo, pero generará menos empleo.
Posiblemente. Arnedo ha crecido por la inmigración, que no es ningún problema, y porque hay trabajo. Pero si deja de crecer y de importar mano de obra porque no hay ese tipo de trabajo, pero hay empresas que se convierten en comerciales, tendrán responsables de importación, de ventas, de logística, de patronaje y diseño, que si miras lo que estudian nuestros hijos, son trabajos que pueden darles más posibilidades de proyectos de vida aquí. Pueden ser proyectos industriales de mayor valor añadido que ofrezcan salidas a nuestros hijos, que, si no, emigrarán a buscar en Madrid u otras ciudades ese tipo de empleos. Lo más negativo es que desaparezca la empresa, que se transforme y se adapte con otro modelo es el menor de los males.
¿Qué tal se lleva el calzado riojano con el comercio online?
Depende a quién lo toque jugar en ese canal. Desde luego, a quien más beneficia es a los grandes players. Cuando alguien busca en internet un zapato no busca espontáneamente a ver lo que hay, sino algo muy concreto. En ese sentido, es una amenaza para las marcas medianas o pequeñas; para las grandes puede ser una oportunidad. Dicho esto, puede que haya gente que empiece de cero y encuentre en internet cómo llegar de forma más directa.
El vino recibe ayudas del Gobierno regional, que también ha puesto en marcha un plan estratégico para otro sector con dificultades, como el champiñón. ¿El calzado se siente apoyado por los poderes públicos?
Precisamente, este año la Comunidad autónoma ha hecho un esfuerzo económico mayor. Pero la realidad es que, si no maltratados, sí sentimos que no llega mucho dinero, aunque también hay que entender la complejidad del sector. Con la variedad de empresas que hay en el calzado hace difícil establecer ayudas que puedan fiscalizarse, lleguen y capitalicen a todas. Pero sí sentimos que nunca se ha hecho nada por intentar reflotar una empresa, y cuando una lo pasa mal lo que se encuentra son pegas y problemas.
¿Y qué tipo de ayuda les iría bien?
Quizás no solo a través de la innovación o la exportación, sino ayudas directas a empresas que pasan por un momento coyuntural malo, a la contratación o a amortiguar el impacto de la reducción de la jornada laboral, porque el mercado no está para poder trasladar el coste.
La economía sumergida, el trabajo en negro, ¿ha desaparecido?
No me atrevo a decir que haya desaparecido al cien por cien, pero sí prácticamente todo. De un tiempo aquí, en las empresas ya no existe. Si queda algo, será residual en algunos cuartos o subcontratas.