"Es muy grande recuperar la autoestima tras un trance bestial"

David Hernando Rioja
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El cocinero Ángel Palacios relata la evolución del proyecto Cocinando a Ciegas y las ventajas que genera

Ángel Palacios junto con sus pupilos de Cocinando a Ciegas - Foto: Ingrid

Cocinar es un arte y más si tienes problemas de visión. Este es el caso del cocinero Ángel Palacios, que tiene un resto visual de menos de un 7% en el ojo izquierdo y por el ojo derecho no ve nada.

Una dificultad y un problema que convirtió en una forma de superación y de vida. Cuenta que cuando estaba haciendo la rehabilitación en la Fundación Once, varias personas que conocían su pasado gastronómico como profesor de sala en la Escuela de Santo Domingo, le propusieron hacer alguna actividad relacionada con este ámbito dentro de la Fundación Once.

Recuerda que las primeras veces se juntaron cuatro personas en un pequeño espacio dentro de la delegación de Once. «Nos reuníamos un día a la semana o cada 15 días para cocinar y para entretenernos», señala.

Esta actividad creció hasta el punto de conseguir utilizar una cocina «más grande y accesible», apunta. El siguiente paso fue formar la asociación sin ánimo de lucro Cocinando a Ciegas, atrévete a cocinar con nosotros para emanciparnos de la Fundación Once con el fin de «poder decidir y tener una filosofía propia, que es enseñar que otras capacidades tienen espacio en la sociedad».

Ahora también tenemos un programa de televisión que se llama Cocinando a Ciegas que se emite en La 7 de La Rioja. «Es un escaparate en el que las personas que participan se sienten protagonistas, ya que los paran en los comercios», indica.

Uno de los aspectos positivos es que los usuarios se valoran y se empoderan por medio de la cocina. «Les gusta que su familia le de valor a lo que han hecho e incluso permite que los nietos e hijos de estas personas vuelvan a tener esos recuerdos de que la abuela hace unos bizcochos o unas albóndigas muy ricas», destaca.

«Es muy grande conseguir que la gente tenga la autoestima recuperada después de haber pasado un trance bestial», subraya.

Las dinámicas que se siguen en este proyecto son muy variadas. Algunas de ellas son preparar platos de cocina «muy tradicional», participar en proyectos con universidades e incluso hacer presentaciones en escuelas de hostelería de España para «convencer a los empresarios de que otras capacidades puede ser la solución al problema que hay de personal dentro del mundo de la hostelería», apunta Palacios.

Asegura que un chaval con alguna discapacidad puede ser un ayudante de cocina inmejorable con un mínimo esfuerzo en la formación.

Este proyecto también le ha reportado algún beneficio personal. Ha podido hacer prácticas en restaurantes con estrellas michelín, como Aponiente, Abac e Ikaro; viajar a Ecuador donde ha hecho actividades con asociaciones locales de personas ciegas; y colaborar con diferentes chefs de Italia para que este proyecto tenga una ramificación allí.

Recuerda que cuando una persona como él, con ese problema en la vista, acudía a las prácticas de algunos de los mejores restaurantes «chocaba en un principio». «Cuando me ven entrar en la cocina la primera vez con el bastón o cuando convivimos en la misma casa soy uno más. No voy con privilegios», remarca.

«El proyecto Cocinarndo a ciegas deja algo cuando llega a esos sitios. Les cuento de que va el proyecto y la gente alucina», afirma.