El técnico vitoriano Natxo González se ha despedido este miércoles de la Unión Deportiva Logroñés con un sentimiento contradictorio ya que, según sus propias palabras, está entre el "dolor" por no haber podido enderezar la marcha deportiva del equipo, y a la vez tiene "agradecimiento" hacia un club que le ha mantenido en el puesto pese a los malos resultados.
"Son momentos difíciles y cuando sale la tensión acumulada", ha afirmado el entrenador, que llegó a Logroño en noviembre del año pasado y no ha logrado ninguna victoria con su equipo, que es antepenúltimo de su grupo.
Ha asegurado que ha estado "encantado" en el trabajo del día a día con el equipo, pero ha admitido la dificultad que entrañaba para él cada domingo ante la marcha de la UDL, un club que le dio "una oportunidad" para regresar a los banquillos.
El preparador ha tenido palabras de recuerdo para el presidente del club Félix Revuelta, cuya esposa falleció ayer.
Cree que este club "era mi sitio para poder trabajar bien, hay un proyecto bonito y objetivos que se podían haber logrado", ha asegurado el preparador, que llegó a la UDL para "enderezar" su marcha y acercarlo a la fase de ascenso, y lo deja sumido en los puestos de descenso.
"No tengo nada que reprochar a nadie, hace falta muchísima confianza para mantener a un entrenador con estos resultados", ha reconocido y ha asumido que "hoy en día en el fútbol no existe y me duele no haber podido responder a esa confianza con resultados" aunque "lo he dado todo, he puesto todo de mi parte para sacar esto adelante, pero no ha podido ser".
Ha afirmado que no se considera "el único responsable" de la marcha del equipo, "aunque al final sale el entrenador", ha asumido.
"Deseo de corazón que este equipo se salve, porque este club tiene un proyecto bonito al que quiero empujar desde la distancia", ha asegurado González, visiblemente emocionado al recordar sus lazos familiares con La Rioja Alavesa y también al referirse al apoyo que ha encontrado en sus personas más cercanas.
Ha dado las gracias a los jugadores, a los que ha llamado "mis niños" y también ha recordado al personal del club con el que ha convivido estos meses, hasta el chófer del autobús "porque todos hemos puesto dedicación y cariño para salir de abajo" y "yo sigo creyendo que se pude".
Ha pedido a los aficionados "que estén tranquilos" y que en los 13 encuentros que quedan apoyen al equipo, "porque ahora hay dos opciones, reprocharnos y criticar todo y hacer que lo que queda sea una puñetera pesadilla y un sinvivir" o "afrontar esta situación como un reto bonito y nos dejemos de reproches".
"Entiendo el enfado de los aficionados, pero creo que no es momento de reproches, sino de remar todos juntos, porque así seremos más fuertes en un momento muy importante por lo que nos estamos jugando", ha concluido.