La donación de órganos en asistolia (en ausencia de latido cardíaco) es «la gran promesa futura» para los pacientes que precisan un trasplante, pero a día de hoy solo se practica en 23 países del mundo con España a la cabeza, donde el perfil de donante «añoso», mayor de 60 años, cobra fuerza.
Abrir la donación en asistolia al exterior fue el reto principal de la Reunión de Alto Nivel, que impulsa la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) que se celebró hace varias semanas en Santander y que reunió a los mayores expertos del mundo en donación y trasplante.
«Cada vez es más factible que los pacientes fallezcan por parada cardíaca y esos potenciales donantes están más envejecidos» (en España el 57 por ciento de los donantes tiene más de 60 años, y de ellos el 28, más de 70), de ahí el éxito del país con la mayor tasa de donación del mundo y un sistema que ha sabido adaptarse a las circunstancias, explicaba la directora general de la ONT, Beatriz Domínguez-Gil.
En este país, el 42 por ciento de las donaciones son en asistolia y el resto por muerte encefálica que desde el punto médico, ético y legal equivale a la muerte del individuo, pero donde los órganos están totalmente perfundidos en el momento de la donación. Sin embargo, en la donación en asistolia, el fallecimiento se produce por parada cardíaca irreversible y, por tanto, es un tipo de donación más complejo desde el punto de vista técnico porque los órganos quedan sin flujo sanguíneo.
«Una vez se produce la muerte de la persona, entramos en una suerte de lucha contra el tiempo porque esos órganos se van deteriorando y dejan de ser viables», señala Domínguez-Gil. Por eso, insiste en la necesidad de desarrollar un marco regulatorio que arrope este tipo de donación.
Según esta responsable, existe un consenso a nivel internacional y mucha evidencia de que cinco minutos después de la parada cardiorrespiratoria ya no hay posibilidad de resucitación pulmonar y es, por tanto, el momento de fijar el fallecimiento y proceder a la extracción.