La limpieza de los cauces de los ríos y la eliminación de la maleza son acciones esenciales para mitigar el impacto de las inundaciones, un problema que afecta a comunidades y localidades enteras y puede llegar a poner en riesgo infraestructuras, ecosistemas e incluso la vida de los propios habitantes. Sin embargo, esta sustracción no siempre es tan simple, porque para poder llevarla a cabo es necesario seguir un proceso determinado.
En el caso de los caudales de los municipios riojanos, aunque cada ayuntamiento es el que se preocupa de que todo esté en orden y de mantener las condiciones adecuadas de las distintas zonas, el organismo que tiene las competencias necesarias acerca de la gestión, la regulación y el mantenimiento de las aguas y riegos, es la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).
Jorge Loyo, presidente de la Federación Riojana de Municipios y alcalde de Anguciana, asegura que, desde todas las alcaldías de los municipios que cuentan con un río que atraviesa la población, lo que se busca son «las mejores condiciones posibles», a pesar de que no pueden actuar como les convenga debido a que no se tienen las competencias necesarias.
«El mantenimiento de los cauces debería ser anual, bianual o por lo menos hacerlo cada determinado tiempo», destaca Loyo. Sin embargo, también indica que es el propio ayuntamiento el que al encontrar determinadas deficiencias en el río, se debe encargar de ponerlo en conocimiento de la confederación «a través de técnicos, o personal necesario» para que se lleven a cabo «las intervenciones correspondientes y se mantenga lo más limpio y efectivo».
La acumulación de residuos como de vegetación reduce la capacidad de los ríos para conducir el agua de manera eficiente, pero también agrava los desbordamientos en épocas de lluvia, por este motivo, el presidente de la federación expresa que es fundamental «que la cuenca esté lo más limpia posible» porque ahora con el cambio climático, «cuando llueve lo hace torrencialmente».
Por ello, remarca que a pesar de la insistencia y la gran cantidad de demandas que realizan para mantener limpias las diferentes zonas, en muchas ocasiones se quedan en un simple intento debido a que «se trata de la Administración y es un proceso muy lento». El problema de esta solicitud es que debe pasar por un procedimiento en el que no solamente actúa la CHE, sino que también debe coordinarse con los colectivos o asociaciones ecologistas, y pasar por los medios naturales competentes sobre la fauna y la flora de los ríos a quienes les preocupa la eliminación de la misma.
«Al final nosotros en lo que pensamos más que en la flora y la fauna es en la seguridad de nuestros ciudadanos», remarca Loyo, por este motivo lo que quieren es que se encuentre ese equilibrio cuanto antes para intentar que las resoluciones o intervenciones también sean lo más rápidas posibles.
damnificados. Desde el Ayuntamiento de Santa Engracia del Jubera, su alcalde Óscar Ferández explica que años atrás son varias las ocasiones en las que han tenido que pasar por grandes tormentas que han dejado caídas de árboles, erosión de cauces e incluso desvíos y otro tipo de imprevistos donde lo primero que intentan es coordinar, recomponer y solucionarlo cuanto antes entre las distintas administraciones y competencias que tienen al alcance de su mano». Y a pesar de comunicarlo al guarda correspondiente que hace su trabajo de vigilancia, control y planificación, la impresión que obtienen por parte de la CHE es que «se trata de un organismo lejano a la situación».
«No sé si es por el personal insuficiente, las competencias, mucha superficie de gestión o que es imposible que puedan controlar todo», remarca Fernández como posibles opciones a esa sensación.
En cambio, Carlos Yécora, alcalde de Lagunilla del Jubera, aunque no descarta que ante una tormenta torrencial pueda surgir algún problema, explica que la borza no supone un problema para el municipio debido a que «los cauces del río al ser pequeños, no baja agua». No obstante, con lo que coincide con el resto de alcaldes es que desde la CHE les tienen «bastante limitados» porque no se les permite la eliminación de la maleza.
Si los valles del Leza y el Jubera sufrieron con especial intensidad la tromba de agua del 30 agosto que provocó daños en varios núcleos, en el Valle de Ocón también saben el peligro que entrañan barrancos y yasas con exceso de maleza y materiales en los cauces cuando el cielo descarga con fuerza.
En marzo de 2015, un intenso aguacero desbordó el habitualmente humilde cauce del barranco que cruza Las Ruedas, conocido como El Sol por el vecindario de esta pequeña localidad del Valle de Ocón, que se llevó por delante un puente y acabó convirtiendo la carretera en un río.
Lo recuerda el alcalde pedáneo de Las Ruedas y concejal de Turismo y Deportes en el Ayuntamiento de Ocón, Rubén Gil Trincado, que coincide con el resto de regidores consultados en las excesivas trabas burocráticas a las que se enfrentan los pueblos para poder limpiar sus cauces y evitar que la maleza y las piedras acumuladas hagan de represa y favorezcan los desbordamientos. «Con el cambio climático, los episodios meteorológicos extremos serán cada vez más frecuentes y la limpieza de los cauces es una manera de minimizar sus con secuencias», señala Gil Trincado.
Con pico, pala y carretilla
El lamento municipal es frecuente al comentar los requisitos que exige la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) para autorizar cortes o retirada de maleza y en general cualquier intervención en arroyos, barrancos y yasas para evitar las riadas. «Estamos atados de pies y manos, porque si limpiamos nosotros nos multa la Confederación, pero ella, que es la competente, tampoco lo hace», comenta el alcalde pedáneo de Las Ruedas de Ocón, que recientemente solicitó a la CHE permiso para retirar maleza del barranco del pueblo y recibió como respuesta la exigencia de la redacción un proyecto o una resolución comunicada, algo que se escapa a las posibilidades de un núcleo pequeño, y únicamente para intervenir con herramientas manuales, sin usar maquinaria.
Un puente que divide a Santa Engracia
La localidad del Jubera aguarda soluciones al paso que se llevó la riada de agosto y medidas ante futuras riadas
El pasado 30 de agosto, Santa Engracia del Jubera sufrió una fuerte tormenta nunca antes vista por los vecinos de la localidad. La riada trajo consigo diferentes consecuencias, una de ellas el desprendimiento de la base del puente que conecta con las huertas, las piscinas y el cementerio, por lo que al desconocer la viabilidad, este puente se ha mantenido cerrado hasta ahora.
Desde el Ayuntamiento, el alcalde Óscar Fernández destaca que ante esta situación decidieron ponerse en contacto con la Consejería de Calidad Ambiental ya que eran conscientes de que lo más probable es que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no fuese a actuar.
Por ello, aunque desde el Gobierno de La Rioja han enviado a varios técnicos con el fin de valorar las posibles actuaciones y la viabilidad de cada una de ellas a través con la realización de diferentes estudios que a día de hoy siguen realizándose, continúan a la espera. Por esta razón, Fernández indica que el objetivo es «intervenir en la mayor brevedad posible una vez estén los estudios y lograr una solución definitiva».
Además, el alcalde expresa que esta situación actualmente no les afecta debido a que «no hay una gran afluencia de vehículos o personas» por lo que «no es tanto el tiempo, sino el fin» de manera que lo más importante para él es buscar y encontrar una solución que «sea lo menos costosa posible, pero definitiva» para estar preparados por si vuelve a suceder una situación similar.