La garrapata provoca hasta 150 ingresos al año en la Comunidad

R. Muro
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Arantza Portillo, investigadora de Rioja Salud, asegura que la mayoría de las picaduras no generan enfermedades aunque la sanidad pública atiende entre 400 y 500 casos anuales

El parque de Santa Juliana de Logroño fue fumigado hace dos años por presencia de garrapatas - Foto: Óscar Solorzano

«Lo más probable es que, aunque  pique una garrapata, no se desarrolle ninguna enfermedad». Arantza Portillo, investigadora de zoonosis de Rioja Salud es consciente de que el artrópodo despierta preocupación pero «más de la mitad de las personas que sufren la picadura de una garrapata no son conscientes de ello». 

Las condiciones actuales del clima, y en concreto, el calentamiento global, llevan a un incremento de población de la Ixodes Ricinus, «la que más pica» en La Rioja y, en general, en el norte español. A ello se suma que «cada vez salimos más al campo y, por tanto, estamos más expuestos», apunta Portillo.

Sin embargo, y a pesar de que las probabilidades de desarrollar enfermedades no son demasiado elevadas, las estimaciones que maneja Rioja Salud es que cada año se atienden entre 400 y 500 picaduras de garrapata a lo largo y ancho de la Comunidad. En la mayoría de las atenciones, se trata exclusivamente de retirar el artrópodo, pero «las estimaciones que manejamos señalan que en un treinta por ciento de los casos es necesario ingreso hospitalario» ante el desarrollo de diferentes enfermedades.

Dicho en términos absolutos, cada año ingresan entre 120 y 150 personas debido a la picadura de la garrapata. 

El panorama a nivel nacional proyecta una radiografía similar a la detectada en el ámbito de la Comunidad. Incremento de la población de este tipo de artrópodo ante unas condiciones climáticas que favorecen su expansión y, en consecuencia, crece el número de picaduras tanto en humanos como en mascotas. Hay que tener en cuenta que la garrapata encuentra su hábitat ideal en zonas de campo o monte donde es habitual la presencia de fauna salvaje como el corzo, el ciervo o el jabalí, y de ganado de ovino, vacuno o caprino, entre otros. Ahora bien, más allá de su zona habitual, se ha hallado la presencia de ácaros incluso en zonas concretas de núcleos urbanos.

Como punto a favor, en el marco de este panorama favorable para la garrapata, es que «la población en general dispone de una mayor concienciación» en aras de una mayor prevención y de una mayor y más exhaustiva información sobre los problemas sanitarios que puede generar la picadura del artrópodo. 

En cualquier caso, «la llegada del calor -prosigue la investigadora de Rioja Salud- trae consigo un mayor número de problemas ante una mayor exposición» a habitat habituales del ácaro. 

Otro mensaje de tranquilidad. «Existe más concienciación entre la población, pero evidentemente, también a nivel sanitario».

Una variante típica del litoral que ha infectado ya a 27 riojanos

A pesar de que la mayoría de las picaduras no generan enfermedades, «en este época, cuando empieza el calor, suele surgir la borreliosis de Lyme». Se trata de una patología que «cursa con una mancha rojiza en el punto de la picadura y que con el paso de los días va aumentando y aclarándose por el centro». Tal y como describe Arantza Portillo, «si se diagnostica y se trata adecuadamente en fases iniciales, se resuelve sin problemas». Ahora bien, en el caso de pasar desapercibida, puede generar en otras manifestaciones que obligan al ingreso hospitalario. Son complicaciones causadas por la Ixodes ricinus.

También la fiebre botonosa, una rickettsiosis, que «en nuestra región puede ser causa de ingreso para algunos pacientes. Cursa -prosigue la investigadora de Rioja Salud- con fiebre, escara (costra) y un exantema (lesiones en la piel) característico en palmas de las manos y plantas de los pies». Se trata de una bacteria transmitida por la denominada garrapata del perro.

Otra rickettsiosis que «emerge en toda el área mediterránea y que también vemos en La Rioja es la infección por Rickettsia sibirica mongolitimonae». Provoca diferentes manifestaciones clínicas, «a veces severas», según Portillo. Hasta el momento, se han detectado en la Comunidad 27 pacientes «con confirmación de esta infección».

Y por último, otra patología que no suele requerir de ingreso, es el Debonel, acrónimo en inglés de necrosis, eritema, y linfadenopatía. «Sus manifestaciones son más leves tales como picadura generalmente en el cuero cabelludo donde se forma una escara (herida costrosa), febrícula que no llega a ser fiebre alta, ganglios inflamados y dolorosos en el cuello...», detalla la investigadora de Rioja Salud. Todo ello con la afirmación de que la mayoría de los casos ni se detectan.