Las quejas por la proliferación de palomas y estorninos no son fruto de la exageración de unos pocos vecinos ni de las rarezas de alguien con fobia a los pájaros. Hay pocos barrios que se salven del principal problema que generan: la suciedad de sus excrementos.
En más de una zona de las consultadas por El Día de La Rioja, la superpoblación de estas aves y sus molestas deposiciones son de tal calibre que complican las labores del día a día. «No podemos ni tender la ropa, porque lo ponen todo perdido», comenta Fernando, miembro de la asociación vecinal de Yagüe, que en este caso alude a las bandadas de estorninos que se acantonan todos los años en el parque del Horcajo, donde tal acumulación de aves provoca incluso el deterioro de los pinos. Y eso que el grueso de la plaga está por llegar, añade Abigaíl, también vecina de la zona, que estima que en un mes los estorninos colonizarán el barrio.
Algo similar ocurre en la calle Beratúa, donde los vecinos no pueden poner a secar la ropa sin temer que acabe sucia por excrementos de paloma, como apuntan desde la Federación de Asociaciones de Vecinos. La familiaridad con la que se mueven estas aves es tal que a la Federación ha llegado la queja de una persona que se encontró con un nido con huevos de paloma encima de la caldera de gas en un piso de la esquina de la calle Eduardo Francés con Avenida de la Paz.
«Esto es un caso perdido; cada vez hay más pájaros que lo manchan todo y molestan con el ruido», comenta Alfredo Espinosa, tesorero de la Asociación de Vecinos de Lobete. En ese barrio, la Plaza de los Tilos es la principal víctima, con bancos impracticables por la suciedad y bloques de pisos que tiene a las aves en las ramas de los árboles muy cerca de las ventanas.
«Se van de un lado a otro». Espinosa certifica que casi todos los días acude una furgoneta de la empresa de control de plagas con megafonía que emite sonidos de rapaces, «pero las palomas y los estorninos se espantan de un lado y se van a otro, para luego regresar».
Rosa, vecina del Parque del Carmen, sabe, como cualquiera que transite por el paseo central, lo arriesgado que es cruzar sin riesgo de salir con la ropa manchada. Pese al trabajo del personal municipal de limpieza, la acumulación de excrementos es tal que hay también peligro de resbalar, añade.