Volverá a Vigo cuando se jubile porque es ahí donde vivió sus primeros diez años. «Logroño es muy cómoda pero falta el mar», se lamenta al acabar una conversación peripatética pues viajar es una de las pasiones de esta política de largo recorrido. Pese a su raigambre gallega, las raíces de Henar Moreno (Logroño, 1973) son 100% riojanas. Hasta que arríe la bandera roja, sigue trabajando en su despacho de abogada y representando a Izquierda Unida en el antiguo Convento de la Merced. Viviendo tan cerca de la raya, cuesta poco colegir que Portugal, en brazos de sus padres, fue su primer destino internacional. El último, con la compañía en este caso de su hija, fue Nápoles, donde dio rienda suelta a su «querencia urbanita». Disfrutó del encanto de i Quartieri Spagnoli y, sobre todo, regresó indemne, algo no siempre fácil cuando se visita la capital campana.
La naturaleza no le llama en exceso y sí el ritmo urbano. Es por ello que su ciudad preferida es «Estambul», capital oficiosa de Turquía, otro de sus cuarenta países visitados. «De los que más me gustan», apostilla.
El preferido, aunque no tengan duda alguna, es «Cuba». «Tuve la suerte de ver en directo a Pablo Milanés en el Teatro Nacional», rememora. Sus visitas se ciñen a este milenio por lo que se ahorró el Período Especial aunque se considera admiradora de 'Fidel, fidelísimo retoño martiano' que glosó el Indio Naborí. «Te gustará más o menos», explica, «pero ha sido una figura excepcional». «En Cuba, creo que se sigue idolatrando a Fidel hasta el punto que se separa lo que es el Fidelismo del sistema», analizando recordando que, en su opinión, «la RevoluciónCubana no ha fracasado». «Los países hay que compararlos con su entorno», completa recordando que la situación de Haití, Nicaragua o República Dominicana, países estos dos últimos que también figuran en su currículo viajero, no es mejor.
Uno de sus sueños por cumplir, además de volver a Cuba «y hacer el Transiberiano», es «visitar Argentina, pese a Milei». No se ha dado pero sí ha visitado otros países de habla hispana del continente americano como «México, Ecuador («fui un fin de semana para visitar en la cárcel a Jorge Glas», informa) o Venezuela». Visitó el estado bolivariano en 2004, «en el revocatorio de Chaves» y por 3ª y última vez «en 2018». Aunque la derecha mediática insista en que España cada vez se asemeja más a Venezuela, recuerda que se parecen tanto como un huevo y una castaña.
Pese a la mala prensa que arrastra la República Bolivariana de Venezuela asevera que se respetan los derechos humanos «tanto o más que en Estados Unidos», 'imperio' que tan bien conoce y del que le sorprendió «su puritanismo, su incultura y su machismo». De ese año académico en Galway le queda el souvenir de «visitar New York City» pero, sobre todo, el inglés, «idioma que domina con soltura» aunque se declare «esperantista». De hecho, gracias a esta lengua y a la invitación del todopoderoso PartidoComunista Chino pudo visitar el Imperio del Centro. El inglés no le ha servido nunca para andar por Rusia («vi a Red Hot Chilli Pippers en la Plaza Roja», se asombra). Tampoco le valdrá en Afganistán ni en Irán, «países que no visitaré mientras no se respeten los derechos de las mujeres» por mucho que Ángel Alda, desde la bancada de Vox, le invitara a echar raíces en Persia.