Tras más de cuarenta años ocupando distintos cargos federativos (fue durante treinta años largos secretaria de Ángel Sáenz Terroba, al que relevó al frente de la territorial riojana), el pasado noviembre BegoñaRuiz Huidobro (Logroño, 1955) puso fin a sus ocho años como presidenta de la Riojana de Ciclismo, cargo en el que le sucedió Javier Izquierdo. Aunque continúa vinculada al deporte de las dos ruedas («sigo siendo árbitra»), ahora disfruta del ciclismo «desde la barrera».
En su larga etapa directiva ha vivido la evolución de un deporte que se ha abierto a todas las latitudes pero que, sobre todo, ha integrado a las mujeres.«Cuando empecé, las únicas que había eran las azafatas», rememora. Comenzó driblando muchos obstáculos para poder arbitrar carreras (la Riojana cuenta en la actualidad con seis árbitros y cuatro árbitras) y lo hizo en La Rioja en 1974, cuando el reglamento «solo reservaba a las mujeres el puesto de médicas o enfermeras», rememora. Durante una quincena de años, su labor se circunscribió a esta territorial. «La primera carrera en la que salí fue una Vuelta a Ávila, en 1992. A pesar de que el reglamento ya había cambiado, la mujer no estaba integrada», apostilla.
Aunque el esforzado arte de dar pedales no ha cambiado, el ciclismo ha ganado tantos adeptos y variantes que es precisamente la carretera, la disciplina señera, la modalidad en la que cuesta más encontrar aspirantes.«Nos pasa a nosotros pero también al resto de federaciones», lamenta. Con su sobrina Sheyla Gutiérrez como mejor representante de la región, el resto de modalidades florecen en una autonomía volcada con las dos ruedas: «La verdad es que no nos podemos quejar. En bicicleta de montaña tenemos a Raúl Villar y también a Rocío del Alba y Mónica Estrada. Y, por detrás, hay mucha gente empujando. Además, en una modalidad como el trial tenemos a Travis Asenjo, que es campeón del mundo en categoría júnior aunque la suya es cadete», enumera.
Como lo que le gusta es la ruta, aunque su salud le obligue a dosificar esfuerzos («de momento estoy bien y voy a alargarlo todo lo que pueda», bromea), sigue enganchada a las carreras «de tres semanas, clásicas o lo que sea». De las vueltas largas, su favorita es «el Tour». Su oficio de árbitra le ha permitido acercarse al Tourmalet. «Reconozco que impresiona y que estar en la carretera jaleando a los ciclistas emociona, pero tengo que decir que como mejor se ve una carrera es desde la tele», agrega.
De las clásicas, su favorita es el Infierno del Norte, «aunque ojo que no me gustan todas, que hay algunas que no ha habido lucha, no ha sido dura y no me ha gustado». La edición pospandémica, la de octubre de 2021, fue especial para ella porque «Sheyla (Gutiérrez) se convirtió en la primera española en completar la París-Roubaix».
Pese a que su época ya pasó, no duda en admitir que «Perico» ha sido el ciclista que más le ha emocionado. Entre las corredoras, a la que más admira figura la neerlandesa «Marianne Vos», otra deportista que domina por igual el asfalto y el barro del ciclocrós.
Mirando por el retrovisor, sabe que el ciclismo, en su versión local, le ha dado muchas satisfacciones («la medalla de Coloma en Río, los triunfos de Sheyla, los de Arturo, las victorias en los campeonatos inferiores...», desglosa) pero también noticias luctuosas («el accidente de Lolo pero sobre todo el fallecimiento de Arturo -Grávalos- me tocó muchísimo porque entraba en el corazón de las personas», afirma con semblante triste) que ni el paso del tiempo ni la perspectiva lograrán borrar.