Basilio García, propietario de Hergar, relata que hace diez años se plantearon calcular la huella de carbono para conocer el CO2 que genera y emite la empresa. Explica que esta iniciativa obedeció a su interés por la sostenibilidad medioambiental y su inquietud por el cambio climático por lo que, explica, analizaron las medidas que podían acometer para combatirlo.
Sobre esta base diseñaron un plan de reducción de emisiones con la adopción de medidas en varias áreas, como la sustitución de la instalación eléctrica, «que era muy antigua», para lograr un ahorro del 30%. «Era una importante inversión, pero logramos una notable reducción de energía y, consecuentemente, de consumo», señala. El plan prosiguió con la plantación de un bosque en las afueras de Arnedo, donde los fabricantes de Gorila poseen una parcela de 31 hectáreas, principalmente de pinos, y encinas, para compensar sus emisiones de CO2, «pero también por convencimiento propio», afirma el propietario de Hergar. «Es un problema terrible, que afecta a todo y a todos, de ahí nuestra voluntad de ser neutros en emisiones», añade el empresario, que informa de que han plantado más de 30.000 árboles en el bosque Callaghan, con los que compensan la totalidad de sus emisiones. En esta política, el año pasado montaron una planta solar de 100 kilowatios para autoconsumo, a la vez que permanentemente estudian el empleo de materiales más sostenibles. García señala que incidir en esta política no está suponiendo un valor añadido en las ventas, pero reconoce que el conocimiento de sus acciones es positivo para la reputación de la empresa. «En Italia, donde tenemos un mercado muy potente, los periodistas nos preguntan a menudo», informa el propietario de Callaghan, que confía en que una iniciativa adoptada desde el convencimiento personal conlleve recompensa económica.
La marca Chiruca siempre ha estado comprometida con el medio ambiente, entendemos que una bota dedicada al senderismo y al trecking debe cuidarlo». Quien así se expresa es Jorge Orio, técnico medioambiental de Calzados Fal que, al igual que Hergar, posee un bosque, en este caso en Bergara, que les permite compensar el 100% de sus emisiones de C02.
Explica que el «sumidero» es el bosque Chiruca, en el que plantan todos los años al menos tantos árboles como toneladas de dióxido de carbono desean compensar. «Se ha ido ampliando en varias etapas [la primera plantación se realizó en 2015] a medida que el terreno se llenaba de árboles», explica Orío. de tal manera que en la actualidad la superficie total plantada es de 25 hectáreas, lo que supone mas de 25.000 árboles, que absorben las 27 toneladas de CO2 que produce la compañía al año.
Los bosques de Callaghan y Chiruca - Foto: Gonzalo SalcedoOrío, que considera este proyecto como «muy gratificante», apunta el coste económico que acarrea, puesto que además del alquiler del terreno, hay que asumir los trabajos de preparación del terreno, plantación y mantenimiento, a los que hay que añadir «un elevado número de reposición de árboles fallidos debido a las condiciones climáticas adversas», lo que obliga a Fal calzados de seguridad a plantar unos 2.000 ejemplares anuales.
Encina, quejigo, roble, serbal, cerezo silvestre, arce, manzano silvestre, abedul, madroño, endrino, cornicabra, aladierna, sabina, pino piñonero y arce de Montpellier son las especies del bosque Chiruca, cuyos responsables desean que «sea lo más diverso posible» y con especies adecuadas al terreno donde se ubican. «El retorno vendrá en forma de imagen de una empresa comprometida con el medio ambiente, que el usuario final sabrá valorar, además de dejar una zona arbolada que se podrá disfrutar a medida que los árboles vayan creciendo y formando un bosque», afirma convencido.