El vigesimoquinto curso de Miguel Ángel Marín (Úbeda, 1972) en la Universidad de La Rioja ya ha tocado a su fin y ha coincidido con la publicación, en Acantilado, de ElRéquiem de Mozart. Una historia cultural. El libro, que camina por su segunda edición, completa su proyecto investigador iniciado en la UR y auspiciado por el Ministerio de Ciencia y que le ha permitido ahondar en la recepción en la España del siglo XIX de los clásicos Haydn, Mozart y Beethoven. Formado en Madrid, Salamanca, Zaragoza y Londres, fue reclutado para la universidad riojana en 1999 cuando el rector Urbano Espinosa le alistó para los estudios, on line, de Ciencias de la Música. El ahora catedrático se instaló en Logroño en 1999 y, desde 2009, compatibiliza su labor docente con la dirección del Programa Musical de la Fundación March. Marín es autor, además, de La ópera en el templo. Estudios sobre el compositor Francisco Javier García Fajer, editada en 2010 por el IER y centrada en la obra del compositor riojano del siglo XVIII.
El musicólogo ubetense se reconoce sorprendido por la repercusión de su estudio. «Es un privilegio que una editorial del alcance de Acantilado haya publicado El Réquiem porque lo habitual en la literatura musical es traducir al español obras casi siempre del ámbito anglosajón», principia.
Pese a la sorpresa, Marín sabía que tenía entre las manos un material muy jugoso por la expectación que siempre genera el compositor de Salzburgo. «ElRéquiem», destaca, «es un caso singular porque se trata de una gran obra, de uno de los grandes compositores y de los más programados en todo el globo y en torno a la cual se ha creado una mitología y fantasía historiográfica que la ha hecho muy popular».
Así, en torno al Réquiem, se crearon «bulos y fakes» que tienen mucho que ver «con la muerte imprevista de su autor». La vida y obra de Mozart sigue generando «curiosidad» pero su muerte también provocó «un montón de anécdotas». No en vano, hay quien concibe su obra póstuma «como una misa de difuntos para su propio funeral».
Acabado a varios manos en 1791, poco después de la muerte del compositor austríaco, tuvo una rápida penetración en toda Europa. España, pese a su posición periférica, no fue ajena a esta situación hasta el punto que la obra no tardó en ser representada «en poblaciones como Orihuela u Olot». Esta difusión desmiente, en opinión del autor, la idea de que «la tradición clásico-romántica se gesta en el espacio austrogermánico con Viena, Berlín, Leipzig, y también París, como polos de creación y con Londres como foco de distribución». «El Réquiem demuestra que no siempre fue así porque España tuvo una posición casi de vanguardia en su recepción», asegura. En los archivos eclesiásticos riojanos no se conservan partituras del Réquiem aunque sí se preserva en el Instituto de Estudios Riojanos una fuente legada por el musicólogo riojano Miguel Salvador (hermano de Amós Salvador), que a su vez la heredó del músico Joaquín Espín.
La leyenda de esta obra litúrgica que no tardó en salir de los centros religiosos para conquistar las salas de conciertos de todo el planeta musical perdura casi 250 años después de su composición pues «hasta los no melómanos conocen, hoy en día, el Réquiem de Mozart».