"Me ha amenazado de muerte, puede que la siguiente sea peor"

David Hernando Rioja
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Susana (nombre ficticio) es una vecina de Logroño que denuncia que su vecino le ha agredido física, psicológica y sexualmente. Se ha tenido que mudar al no sentirse segura

Susana (nombre ficticio) apoyada en una pared cerca de un parque de Logroño - Foto: Óscar Solorzano

Vivir continuamente con miedo al abuso sexual y a la agresión. Esta es la vida de Susana (nombre ficticio), una vecina de Logroño que desde hace unos meses ha sufrido agresiones físicas, sexuales y psicológicas por parte de un vecino. Esta mujer ha denunciado esto en varias ocasiones ante la Policía pero la situación no ha cambiado.

Cuenta que el calvario empezó con «propuestas indecentes» de este hombre cada vez que la veía, como «¿Cuánto dinero cobras?, estás buena o muéstrame tu culo».

Otro día, recuerda, le tocó los pechos sin su consentimiento. Fue a la policía para hacer una denuncia porque «me sentí humillada, frustrada y sola, ya que no tenía a nadie que me pudiera creer en ese momento». También relata que el agente que le atendió le dijo que «era mi palabra contra la de él y que tenía que tener pruebas para que me creyeran. Por eso no denuncie en aquel momento», asegura.

El tercer altercado tuvo lugar en verano. Explica que este hombre «me metió las manos debajo de la falda y me tocó el culo». «Ahí tampoco denuncié pero estaba con ese malestar», afirma.

La situación comenzó a agravarse cuando Susana empezó a tener una pareja que le visitaba en el piso. El 25 de julio, relata, le timbró de una manera «muy insistente y brusca». «Salí a la ventana a ver quien era y era él. Me dijo que era una machupichu, una zorra, una puta, que me iba a matar, quemar, reventar y hacer desaparecer», cuenta con dificultad.

Aun con todos los insultos y amenazas, Susana decidió salir de casa porque «tenía que ir a trabajar aunque previamente llamé a la policía para contarles que estaba pasando». Recuerda que bajó las escaleras e incluso la madre de este hombre, le dijo que se fuera porque «su hijo me iba a matar». 

«El problema se produjo cuando este hombre me alcanzó, me agarró el cabello y me dio puños en la espalda», afirma. «Grité auxilio y mi hijo salió a ayudarme. Este hombre, al ver que mi hijo salía, fue a pegarle», detalla.

Después vino la policía, y en ese momento, la agredida les mostró el video para que «vieran lo que había pasado. Les dije que me acababa de escupir, ya que se podía apreciar su saliva en mi pelo». Los agentes de la Policía que acudieron le recomendaron que denunciara los hechos. «Una vez en comisaría, los policías me dijeron que iba a proceder. El problema es que no tengo ninguna protección. He tenido que bajar con cuidado las escaleras de la casa y he vivido con mucho temor desde entonces», asegura.

Segunda denuncia. La segunda denuncia se produjo el 19 de octubre. El suceso empezó cuando su hijo llegó a casa de madrugada, y este hombre, mientras mi hijo subía las escaleras para llegar a casa, le empezó a insultar. «Una vez que me hijo entró en casa, empezó a timbrar con insistencia y posteriormente, a patear la puerta con fuerza y a insultar», denuncia.

De nuevo acudió la policía. «Me pidieron los documentos, les expliqué lo que pasaba y les dije que estaba nerviosa por todo esto que había sucedido, sobre todo por lo que podría haber pasado si hubiera alcanzado a abrir la puerta», señala. 

Los agentes, de nuevo, le aconsejaron que volviera a poner una denuncia. El problema, remarca, fue que «primero no me querían aceptar la denuncia porque ya había una previa. Yo les dije que era otra agresión diferente pero tomaron la situación como una riña de vecinos», critica. 

Recuerda que sitió impotencia, por lo que «lloré y me enfadé al ver eso. Les dije que mi vida corría peligro porque no era una simple riña sino que me ha agredido física, sexual, psicológicamente». 

«Este hombre me ha amenazado de muerte varias veces y puede que a la siguiente ya no sean  patadas o puños, sino que tal vez sea algo peor», denuncia.

Susana asegura que no se siente segura en su piso, así que «hace unas semanas me tuve que ir».

Cuenta que fue a preguntar a la fiscalía para saber que estaba pasando porque «desde la última vez que fui no me han notificado, ni han mandado a un policía ni a una trabajadora social». Le dijeron que el expediente estaba pero «el proceso no se había iniciado».

Esta mujer se pregunta a qué están esperando las autoridades, «a que me mate, me agreda o me viole. Una persona así me causa mucho temor», concluye.