Ha dado tumbos académicos, en el mejor sentido de la palabra, por medio mundo (Londres, Cambridge, Bradford, Amsterdam, París, Roma, San Diego o Nueva York) aunque desde hace más de treinta años imparte clases en la Universidad de Murcia, de la que es catedrática de Anatomía. Pero, pese a este extenso currículum viajero y llevar más de media vida lejos de casa, sigue empadronada en Calahorra, localidad donde nació en 1961 y a la que regresa con frecuencia. Hablamos de MaríaTrinidad Herrero Ezquerro «calagurritana de pro». «Presumo de ser de la mejor tierra del mundo y de El Mercadal de toda la vida», agrega. Eso sí, sus raíces paternas son «churras, de Arnedo».
Pese a que a su madre le hubiera gustado que estudiara Farmacia, siempre pudo elegir: «Desde que nací, bueno, desde que tuve uso de razón siempre quise estudiar el cerebro. Hasta el COU estuve en Teresianas, me fui a Pamplona, me licencié en Medicina y, desde los primeros cursos, comencé a investigar. Hice la tesina, la tesis. Iba muy rápido y me pude especializar en el Sistema Nervioso».
Se considera workaholic, adicta al trabajo, y un tanto noctívaga: «Siempre he dormido poco, cinco horas y media o seis, pero nunca he necesitado despertador». Esta capacidad le ha permitido desarrollar una intensa actividad investigadora y profesional que le ha llevado a las universidades más prestigiosas, como La Sorbonne (París), la Sapienza (Roma) o el Darwin College (Cambridge).
Se licenció en Medicina y no tardó en dedicarse a la docencia «algo que no era habitual porque venía de una universidad privada». Desde hace 31 años, ejerce en la Universidad de Murcia y pese a su militancia riojana, participa de forma activa en la vida social murciana: «Soy cofrade, incluso de la Cofrafía del Vino del Reino de la Monastrel».
Entre 2018 y 2023 fue la primera presidenta de la Academia de Medicina de Murcia, institución creada en 1811. «No soy una feminista recién llegada. Milito en el feminismo. En 1995 estuve en Pekín en una Coferencia de Mujeres. Creo en la igualdad de oportunidades, en la diferencia», razona.
Aunque ha hecho de la ciencia su modo de vida, María Trinidad tiene una firme convicción religiosa: «En la Vigilia Pascual, bajo siempre que puedo a la catedral de Calahorra. Soy creyente. Creo que la Medicina y la fe no son, desde mi punto de vista, ámbitos incompatibles».
Compatibiliza la presidencia de honor de la Academia de Murcia con un sillón, el 31, en la Real Academia Nacional de Medicina, circunstancia que le obliga a viajar «con frecuencia» a Madrid. A la capital de España volverá el martes 19 para recoger la distinción Imparable de Italfarmaco, farmacéutica transalpina que, desde la irrupción de la Covid, premia las aportaciones nacionales más relevantes en el ámbito de la medicina.
Pero si todo esto no le bastara, su perfeccionismo y su afán por conocer le devolvió a la universidad como alumna. En Murcia, en la UM, se graduó en Periodismo y, de rebote, lo hizo en Publicidad y Relaciones Públicas (su trabajo de fin de carrera versó sobre el neuromárketing). «Me quedaban nueve asignaturas para acabar este grado y me matricularon en Secretaría sin yo saberlo», se ríe. A la espera de consagrarse como escritora, es columnista en La Verdad y en numerosas publicaciones científicas. «Me encanta el periodismo, pero no me gusta el intrusismo, ni en el periodismo ni en la divulgación. Hay mucho todólogo», sanciona con conocimiento de causa.