Sumar va en picado hacia la desaparición.
Yolanda Díaz aparentaba lo que no era, una política con capacidad de liderazgo, proyecto dispuesta a defender con uñas y dientes… y partido. En Galicia saben bien que ni era líder, ni tenía programa ni partido. Nunca tuvo éxito en las contiendas electorales, y si tuvo escaño en el Congreso de los Diputados fue porque se iba cambiando de partido hasta que Beiras le echó una mano. Logrado su objetivo, también traicionó al histórico dirigente nacionalista.
Ya en Madrid se pasó con armas y bagajes a la esfera podemita, suponiendo que con Pablo Iglesias estaba bien protegida. No se equivocó. Iglesias, engañado también por el carácter zalamero de la política gallega, no solo la designó su sucesora en la vicepresidencia del gobierno, sino que la designó candidata a la presidencia. El resto es bien conocido en la política nacional.
La creación de Sumar -idea de Sánchez- con una amalgama de partidos de izquierdas que hicieron suyo el proyecto porque se veían ya ministros de Pedro Sánchez; la ruptora -a las malas- con Podemos, y el desafecto gradual de los diferentes provocaron el descalabro de Sumar. En las municipales y autonómicas, en las gallegas y vascas, y en las últimas generales, los resultados fueron pésimos para Yolanda Díaz , que empezó a ser vista como una política con mucha fachada y poca profundidad. Y ninguna capacidad de retención hacia figuras de la izquierda que se habían sentido tentadas por Sumar hasta que comprendieron que aquello no tenía futuro.
Empezaron las deserciones, pronto Izquierda Unida, el partido más sólido, sufrió el castigo de haberse unido a Sumar, y luego fue Ada Colau la que marcó distancias cuando dejó la alcaldía de Barcelona.
Yolanda, con regular ojo político, se echó en brazos de Más País, y además de proponer a Mónica García como ministra de Sanidad, eligió a Íñigo Errejón como portavoz parlamentario. No lo hiciera, porque Errejón resultó ser un hombre con un comportamiento personal contrario a lo que era bandera de Podemos y Sumar, corrección en el comportamiento personal. Con el agravante de que existen fundadas sospechas de que la vicepresidenta lo sabía desde antes de nombrarle portavoz parlamentario. Mejor dicho, lo sabía pero no le dio importancia.
Está volcada en conseguir la reducción de jornada laboral, pero la CEOE se niega en rotundo; y defiende la tasa a las energéticas aunque Sánchez ya no es tan entusiasta porque Junts le ha dicho que mejor que deje eso.
Dentro de uso días, Yolanda Díaz se enfrenta a la Asamblea Estatal de Sumar. En el peor momento. Hace año y medio aspiraba a ser la primera presidenta del gobierno. Hoy se la acusa de acumular fracasos, de no saber cómo mantener unido a Sumar, y de "desaparecer" cuando hay problemas.
Con esta trayectoria se comprende que en Fene, su pueblo, en las elecciones gallegas no haya logrado ni el 5 por ciento de los votos.