Patricia Viguera ha sido una de estas profesoras que ha participado en esta formación que ha impartido la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer (FEPNC), en colaboración con la universidad de Santiago de Compostela.
Ahora mismo es docente en el colegio El Arco, en Logroño pero este curso de formación para docentes de niños con cáncer lo hizo cuando estaba en el centro escolar La Guindalera hace dos años. «El motivo de esto fue que estuve dando clases a un niño con esta enfermedad en su casa», explica.
Cuenta que su aventura empezó porque le ofrecieron en el colegio de La Guindalera hacer un Programa de Atención Educativa Domiciliaria que tiene el Gobierno de La Rioja. Dicho programa, informa, es para los niños y niñas que «no pueden acudir a la escuela por diferentes motivos».
Reconoce que este tema «le pillaba de nuevas» y no contaba con ningún tipo de formación al respecto, por lo que «me animé a hacer el curso».
Viguera destaca que este curso es completo, ya que los docentes que participan en él cuentan con recursos educativos que «podíamos buscar a nivel online y físico como libros o cuentos». Otro aspecto que les enseñan es a saber como «abordar la situación» de dar clase a un niño con cáncer.
Este profesora también resalta el nivel psicológico que aporta este curso formativo. «Se muestran las etapas que pasamos los maestros cuando estamos viviendo la situación con ese alumno, sobre todo a nivel emocional. Hay momentos que son duros porque tienes una relación muy personal con el estudiante», reconoce.
Unión. Viguera explica que el curso ayuda a buscar materiales, saber que relaciones hay que tener, y a entender la unión entre maestro, tutor y la familia. «Es súper importante que estemos todos muy coordinados, desde el centro, que sería yo y la tutora, hasta los especialistas, la familia y el niño o niña enfermo», señala.
Cuenta que dicho curso también enseña de manera psicopedagógica para saber como tratar bien al alumno, ya que «tienen sus etapas y sus fases de aceptación y negación». «Pero esto no solo lo sufre el alumno, sino también su familia. Estas partes son difíciles y tenemos que apoyarles en todo el proceso».
Subraya que este curso le ha servido para «abrir la mente y el corazón, no solo con este alumno, sino también con los demás». «Este curso te hace ver que cada familia tiene lo suyo y somos muy privilegiados con lo que tenemos. Me ha ayudado a ponerme en la piel de estas familias», remarca.
Otra característica fundamental de este curso es que habla de aspectos en los que uno igual no ha caído, desde los pedagógicos, hasta los psicológicos, familiares, escolares e individuales del alumno y del maestro.
Cuenta que una parte del curso que «me llegó al corazón y con la que lloré al leerla» fue cuando explican la etapa en la que puedes perder al alumno. «Cuando hice el curso, lo que más me marcó fue saber como me sentiría si perdiera a mi alumno», desvela.
Recuerda que le dio clase a este chaval cuando tenía casi tres años, por lo que hora tiene cuatro años. «Tengo contacto tres días a la semana con él, así que es como si fuera parte de la familia», asegura. «Cuando empecé con él había empezado la quimio y tuvimos etapas muy malas. Ahora se ha formado un vínculo muy bonito», revela.
Explica que la parte más difícil no es dar clase. «El docente tiene que estar ahí y tener muy buen corazón. También debe entender que un día puedes ir a dar clase pero te tienes que marchar porque no puede hacerlo», concluye.