La Cava se convierte en el barrio más pudiente de Logroño

Feli Agustin
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La capital supera la riqueza prepandemia y en 2021 alcanzó 29.503 euros de renta bruta, 230 más que en 2019. Las zonas nuevas ganan poder adquisitivo a costa del centro y se reduce la brecha entre áreas

La Cava, con una renta bruta que supera los 34.000 euros. / - Foto: Ingrid

Tres son las conclusiones principales que se pueden extraer de la Estadística de declarantes del IRPF de mayores municipios por código postal, publicada hace unos días por la Agencia Tributaria como complemento a la estadística de declarantes por municipios correspondiente a 2021:Logroño se recupera lentamente de la crisis del covid; el entorno del Espolón ha dejado de ser el barrio más rico de la capital, liderazgo que pasa a ocupar la Cava; y el número de declaraciones se incrementa con respecto a 2019. 

En concreto, según dicha estadística, el número de declaraciones del impuesto de las personas físicas, IRPF, ascendió en 2021 a 88.317, lo que supone un crecimiento de cerca de 4.000 respecto a las 84.387 de 2019, aumento constatable en los nueve códigos postales de la capital. De la misma manera, la información de Hacienda confirma que Logroño se recuperó ya en 2021 de la pandemia y, en conjunto, la renta total de los 150.020 vecinos de la capital ascendió en dicho a ejercicio a 2.605 millones de euros, de los que 2.090 correspondieron a rentas del trabajo que, una vez satisfechas las cuentas con la Seguridad Social y otras obligaciones impositivas, se quedaron en 2.118 millones.

En 2019, la renta bruta ascendió a 2.470 millones, de los que 1.967 correspondieron a los rendimientos del trabajo. Una vez cumplidas las obligaciones con las distintas administraciones, se quedaron en 2.022 millones. Este ascenso es consecuencia de la subida de la renta individual que, en concepto bruto experimentó un aumento de 229 euros, al pasar de los 29.275 euros de 2019 a los 29.503 de dos años después; en el caso de la renta media disponible se constata un progreso algo menor desde 23.959 a 23.981 euros.

Por barrios. La Agencia Tributaria desmenuza en este informe la situación patrimonial en distintas zonas de Logroño, y aunque se muestran diferencias importantes,  son datos que hay que analizar con precaución debido a a la amplia extensión y en ciertos casos heterogeneidad -San José-Los Lirios- de las calles que se engloban bajo el mismo código postal. 

En 2021, el barrio más rico coincide con el que se presentan más declaraciones, La Cava-Fardachón-Las Gaunas-Siete Infantes que, con una renta disponible de 27.342 euros anuales  -frente a los 26.713 de 2019- y 34.487 brutos, arrebata el liderazgo al código postal 26001, que denomina Casco Antiguo, que pasa a ocupar la cuarta plaza, al ser adelantado también por La Cava- San Adrián y El Campillo-Polígono Cantabria, los tres barrios con población más joven, y que han ganado poder adquisitivo en detrimento de las áreas del centro y más consolidadas.  En concreto, en La Cava- San Adrián son 27.101 euros de renta disponible y 27.053 euros en El Campillo-Polígono Cantabria, convirtiéndose en el barrio que más ingresos gana sobre los 22.568 de 2019.  Estas rentas relegan a la zona con código postal 26001 que, además del Casco Antiguo, lo tienen el Espolón o varios números de Portales o Gran Vía, al cuarto lugar, con unos ingresos netos de 26.833 euros, una área que, al igual que la zona centro o El Carmen, pierden nivel de renta. No obstante, ninguno de los barrios de Logroño alcanza el nivel de ingresos que registraba el entorno del Espolón en 2019, cuando se elevaban a 27.975 netos y 34.922 brutos.

El que continúa siendo el barrio menos pudiente de la ciudad es el heterogéneo 26004, San José-Los Lirios, con un abultado número de declaraciones presentadas, 13.040, donde ha crecido ligeramente el nivel de renta desde 24.568 a 21.099 euros.

La mejoría del barrio con menos ingresos y la minoración en el de renta más elevada reduce la brecha entre las zonas más y menos pudientes en más de 1.000 euros y se queda, en términos de renta disponible, en 6.240 euros frente a los 7.300 del año prepandemia.

Relevo generacional. Óscar Medrano lleva  toda una vida, 33 años, en El Mercandillo, una frutería en la confluencia de las calles Cigüeña y Padre Marín, un negocio que inició su padre y en que trabaja desde que tenía 16 años.

Esta dilatada trayectoría le ha propiciado un conocimiento exhaustivo de una clientela a la  que, además de fruta, ofrece otros productos de los antaño conocidos como ultramarinos, como aceite, vinagre, pan o conservas. «Es un barrio de trabajadores de siempre, que han ido, poco a poco, envejeciendo», relata Óscar, que argumenta que el hecho de gran parte de los edificios carezca de ascensor disuade a muchos jóvenes, «a los que les gusta el barrio», a desplazarse a áreas vecinas, como Madre de Dios o Los Lirios a pisos nuevos. Cuenta que hay muchos vecinos que llegaron hace años a trabajar desde distintos puntos de La Rioja, y en los últimos tiempos son extranjeros, particularmente paquistanís, los que pueblan el barrio que, aunque cuentan con negocios de frutas, no son su competencia. «A quien debo hacer frente es al supermercado, que se lo está comiendo todo», explica Óscar, que tiene clientela que se va haciendo mayor, con menores ingresos y gastos. «Me gustaría que hubiera parejas con hijos, que consumen más», explica este profesional. Reconoce que las ventas van descendiendo paulatinamente a falta de relevo generacional, mientras sigue ofreciendo «calidad a un precio razonable». El jueves los melocotones costaban 3,25 y los plátanos 1,40.

Otra frutería, pero en el otro extremo de la ciudad, regenta Susana San Millán, propietaria de Malvasía, ubicada en la plaza de los Picos de Urbión desde hace ocho año. Vende frutas y verduras, que complementa con algunos productos para los chavales que recorren el parque. 

Otro aspecto diferencial respecto a su colega de la calle San José es su clientela, crucial para que La Cava se establezca como el barrio de mayores ingresos de la ciudad. «Hay muchas parejas en la que trabajan los dos», explica la comerciante, que relata que, en su mayoría, su principal empleador es la administración, al tratarse de profesores, personal sanitario o policías, que cuentan con la Comisaría en la vecindad.

Este escenario demográfico, con gente joven, muchos de ellos con formación superior, contribuye a aumentar el nivel de ingresos en una zona donde, asegura Susana, «hay mucha población flotante».

Reconoce la subida de los precios, pero asegura que trata de ser «competitiva» apostando por una buena relación calidad-precio. «Tengo varios supermercados y Alcampo muy cerca, de tal manera tengo toda la competencia del mundo», argumenta Susana, que asegura que nadie le puede tachar de «carera». Insiste en que apuesta por ofrecer precios «equilibrados», y señala que no ha detectado bajada del consumo a pesar del incremento de los costes . «Subo yo, y Lidl y Mercadona también», señala esta frutera, que vendía plátanos a 2,30 y melocotones a  3,30 euros el jueves.