Editorial

Otra victoria popular que no servirá para acelerar el fin de la 'era Sánchez'

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El resultado de las elecciones europeas celebradas ayer requiere una lectura por estratos. El primero, y el más evidente, es que el Partido Popular continúa abriendo brecha con el Partido Socialista, que sale vivo de las urnas pero muy mal parado respecto a hace un lustro, cuando obtuvo dos millones de votos más. Ayer, la victoria del PP se elevó del 1,35% de diferencia en las generales del 23-J al 4%, una distancia que empieza a ser importante y que se añade a las cosechadas en las municipales y nacionales de 2023. En votos, la diferencia entre los dos grandes partidos es ya de 700.000 papeletas. Y por territorios, el PP gana en toda España salvo Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias. Los populares consiguen sus objetivos, pero no por un margen lo suficientemente contundente como para precipitar el fin del trémulo Gobierno de Pedro Sánchez.

La segunda parada es la visión global, la que se proyecta sobre la Europa de la Unión. El crecimiento exponencial de los radicales en multitud de países, entre ellos en cinco de los padres fundadores y firmantes del Tratado de Roma, obligará a perpetuar el 'cordón sanitario' que la socialdemocracia y los liberales mantienen desde hace años en el Parlamento Europeo contra el euroescepticismo populista. Una lección que PSOE y PP deberían traer aprendida a España, donde el acuerdo entre ambas fuerzas es imposible por obra y arte de partidos consagrados a romper la concordia entre iguales. Es difícil explicar por qué lo que vale en Bruselas no vale en Madrid, pero esa es la realidad de la política española actual. Hoy, la extrema derecha tiene garantizada su mayor presencia histórica en el Parlamento Europeo y se relame mientras socialistas y populares se despellejan sin duelo.

En un contexto tan delicado como el del actual Ejecutivo español, procede también mirar hacia el comportamiento del voto a los partidos que han obtenido una representación residual pero muy elocuente. Junts, las siglas del prófugo Carles Puigdemont, se convierte en una fuerza minoritaria en Cataluña. Sumar cosecha otra catástrofe y deja fuera del 'europarlamento' a Izquierda Unida, donde tendrán que reflexionar sobre su rendición al proyecto de Yolanda Díaz, que hasta la fecha es la única candidata que saca rédito a las siglas que fabricó en nombre propio. Más de lo mismo en Podemos. Queda nuevamente acreditado que en unas elecciones por circunscripción única, sin asimetrías entre territorios, varios socios de Sánchez (PNV, Bildu, ERC, BNG...) tienen un apoyo real pírrico. Por último, irrumpe una fuerza antisistema criada y creada a imagen y semejanza de los colectores de las redes sociales, otro hecho que describe el dramático momento que vive la política nacional. Más problemas en el horizonte.