Los agricultores están obligados a luchar contra los elementos. Desarrollan su trabajo en la naturaleza, y la naturaleza no entiende de normas, épocas de cosecha ni variedades. Son múltiples los factores naturales que pueden afectar a los cultivos: insectos, hongos, bacterias, sequías, pedriscos, inundaciones… y también la fauna silvestre, que en los últimos tiempos se ha convertido en un enemigo íntimo de los labradores (y en el caso del lobo, también de los ganaderos).
Pero sin duda la especie que más revuelo está levantando es el conejo, un lagomorfo autóctono de la Península Ibérica cuyas poblaciones están desmadradas en numerosas comarcas a lo largo y ancho de todo el país, de Cataluña hasta Valladolid y desde La Rioja hasta Castilla-La Mancha. La situación no es nueva, pero se agrava por momentos. A una aparente mayor resistencia a las enfermedades que los diezman en ciertas ocasiones (mixomatosis y neumonía hemorrágica vírica) se une la sequía, que ha hecho que la vegetación sea menos abundante en cunetas y ribazos y los cultivos se conviertan en un objetivo preferente para estos pequeños herbívoros. Su voracidad llega hasta el punto de que, más allá de arrasar el cereal o las viñas, llegan a descortezar los olivos y los frutales a alturas considerables causándoles daños graves, a veces irreversibles.
Aunque la lucha contra la sobrepoblación de conejo es una reivindicación histórica de las organizaciones agrarias, la situación actual ha subido la tensión y se han registrado protestas en la calle durante las últimas semanas en diferentes puntos de España. Las circunstancias son insostenibles para muchos agricultores y no parece que haya solución a la vista; además la cosa se agrava porque el sistema de seguros agrarios deja fuera a los más afectados. Por eso, esta semana, COAG ha reclamado al Gobierno y a las comunidades autónomas que pongan sobre la mesa «de manera urgente medidas contundentes y eficaces» para frenar la plaga de «conejos híbridos» que está sufriendo el campo español, por lo que también ha solicitado una reunión con el Ministerio de Agricultura para abordar la situación.
Los conejos asolan media EspañaLa organización denuncia que la plaga se ha ido extendiendo por toda España y ya afectada a diez regiones (Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, La Rioja, Navarra y Región de Murcia). Eso implica que más de un millón de hectáreas han sufrido algún tipo de daño, en la mayoría de los casos en cultivos de cereal, viñedo, leguminosas, olivar, frutales, almendros y hortícolas al aire libre; y las pérdidas se elevan por encima de los 800 millones de euros, aseguran desde COAG. Su responsable de medio ambiente y fauna salvaje y productor de cereales en Zaragoza, Javier Fatás, ha alertado de que el sector se enfrenta a una «inédita plaga de conejos híbridos nunca antes vista. Es una mezcla de conejo de monte con doméstico. Más grande, más voraz y con mayor capacidad para procrear».
Medidas.
Por su parte, Unión de Uniones ha remitido hace un par de semanas una carta al Ministerio de Agricultura proponiéndole soluciones que atajen el problema. En el texto, la organización critica que las medidas adoptadas hasta ahora por las administraciones, fundamentalmente mediante controles autorizados en zonas declaradas de emergencia cinegética cada vez más amplias, no han servido para atajar un problema que está convirtiéndose en la razón del abandono de muchas superficies de cultivo.
Además, insta al Ministerio de Agricultura a poner en marcha todo cuanto esté en su mano para paliar esta situación y le pide adoptar la Aplicación de la Disposición adicional novena de la Ley 30/2022, de 23 de diciembre, en la que se expresa que «el Gobierno preverá en el Proyecto de Ley de Presupuestos correspondiente a cada ejercicio presupuestario las dotaciones necesarias para acometer actuaciones de control de la población y prevención en determinadas áreas con objeto de evitar los daños a la agricultura provocados por la sobrepoblación de fauna silvestre».
ARAG-ASAJA remitió hace unos días un escrito a Alejandro Dorado, Consejero de Sostenibilidad y Transición Ecológica del gobierno de La Rioja, solicitando la declaración de emergencia cinegética temporal por los daños causados por los conejos y otras especies de caza mayor en los cultivos y la ganadería de esa comunidad.
Mientras, en Cataluña se está empleando fosfuro de aluminio, una sustancia tóxica, para envenenar a los animales dentro de sus madrigueras y proteger la integridad de las carreteras, que quedan minadas por los túneles que hacen estos animales en los taludes de las cunetas. Y en algunos pueblos de Castilla-La Mancha y Aragón se buscan cazadores para tratar de controlar las poblaciones porque los aficionados locales no dan abasto.
Se trata de una situación de complicada solución. El conejo es necesario para el ecosistema mediterráneo, pero la realidad es que los agricultores tienen que tener una mínima seguridad de que las labores que realizan todo el año en el campo les van a brindar rentabilidad. Sin embargo, con la situación actual miles hectáreas por toda España se siembran sabiendo que, lamentablemente, no van a dar ningún fruto.