Fernando falleció junto a Carmen en la madrugada del 17 al 18 de octubre en el local que en su día ocupó una sucursal bancaria en la logroñesa calle San Millán. Su cuerpo se pudo identificar a pesar del fuego y de las 38 heridas de arma blanca que presentaba en el cuello y en el tórax. Sin embargo, nadie se acuerda de Fernando. El Juzgado cursó el ofrecimiento de acciones a la madre, quien en un primer momento se desplazó desde Vitoria hasta Logroño tras conocer los hechos. Se declinaron. No hay, al menos de momento, acusación particular ni de oficio por lo que será el ministerio fiscal quien vele por sus intereses.

Ni siquiera la Delegación del Gobierno en La Rioja hizo mención alguna en la nota de prensa emitida el 15 de enero en la que confirmaba como violencia de género el doble asesinato. En el lugar de los hechos, los mensajes de pésame y recuerdo olvidan al hombre fallecido. Fernando, según las hipótesis  que arroja hasta el momento la investigación, murió asesinado junto a Carmen por celos. Hasta los oídos del presunto asesino llegó que habían visto a ambos de la mano, incluso abrazándose. 

Fernando apareció de repente en Logroño el pasado mes de agosto. Pocos días después, según fuentes judiciales, robó un coche con el que se empotró contra mobiliario urbano. Dormía por la calle hasta que alguien le permitió pernoctar en su casa. Un amigo que lo echó de su domicilio cuando se enteró que andaba con Carmen y que ha terminado siendo uno de los testigos principales para arrojar luz sobre lo sucedido en la madrugada del 17 al 18 de octubre de 2024. 

El, o los presuntos asesinos, que permanecen en prisión (dos en Logroño y uno en Palencia), terminaron con la vida de ambos mediante dos cuchillos de 19 y 15 centímetros que fueron hallados posteriormente en un contenedor próximo al local. 

La única novedad en la investigación es que meses después del doble asesinato, se ha podido confirmar oficialmente que el cuerpo de la mujer calcinada corresponde a Carmen.