«Cuando se tiene vocación se puede llegar muy alto»

Mónica Burgos
-

Con solo 19 años, Jorge ha trabajado en un restaurante con tres Estrellas Michelin, antes incluso de concluir su grado en Hostelería

Jorge Alonso se encuentra en segundo año de Hostelería. - Foto: El Día

Ya nadie quiere dedicarse a ser camarero, antes era una profesión con prestigio, pero ahora no se le está dando la importancia que tiene que tener» lamenta Abencio Millán, director de la Escuela de Hostelería de Santo Domingo. La pérdida de vocación en la gente joven se alza como la principal amenaza que acecha al sector de la hostelería. «Es una profesión muy vocacional» apunta, y asegura «hoy en día un alumno que sale de la escuela, que tenga ganas y actitud puede trabajar en los establecimientos de más alta categoría». 

Claro ejemplo de ello es Jorge Alonso López, joven de 19 años alumno de la Escuela de Hostelería que, aún sin haber finalizado sus estudios, ya ha recibido la oferta para trabajar en un restaurante de tres Estrellas Michelín. 

Fue tras finalizar sus prácticas en este restaurante cuando le ofrecieron continuar bajo contrato de trabajo. «Me ofrecieron quedarme y yo les dije que lo haría con la condición de que en septiembre volvería a la escuela, aunque yo, por mí, me hubiese quedado, pero sentía que tenía que acabar mi formación» explica Jorge.

No fue esta la única propuesta a la que tuvo que dar un «no» por el deseo de completar su formación, «el metre y el sumiller me ofrecieron ir a otros tres estrellas Michelín a seguir formándome, y lo rechacé para acabar el grado».

Una entrega absoluta que no podría tener su justificación en algo que no fuese una verdadera vocación. Inspirado por su ejemplo familiar, Jorge recuerda cómo ha vivido de cerca la cocina y siempre le ha interesado. Tras intentar estudiar otras formaciones por las que acababa perdiendo el interés, finalmente se decidió a iniciar sus estudios en la Escuela de Hostelería, con la que ya venía colaborando durante los fines de semana, «nunca me había planteado entrar en la escuela, iba al restaurante y me lo pasaba bien pero ya está, y cuando me metí en la escuela empecé a engancharme, a venir con ganas a clase, empecé a tener ganas de estudiar otra vez». 

Sin embargo, a pesar de que para él ha sido el oficio que le ha devuelto la ilusión y en el que ha encontrado su vocación profesional, asegura que la hostelería «no es algo para todo el mundo, yo ahora lo tengo más normalizado pero con 16 años, cuando empecé a trabajar, que tus amigos salgan todos juntos y tú no puedas es un poco duro, pero hay que hacer una balanza, y por supuesto que me compensa trabajar el fin de semana en comparación con lo que me da la hostelería».

Ahora, Jorge se enfrenta a la recta final de su formación, un paso más cerca de llegar a su meta final: convertirse en sumiller; y lo hace con las oportunidades llamando a su puerta aún antes de haber terminado. Un futuro prometedor en el que la actitud, las ganas y la vocación se alzan como los ingredientes infalibles.