El grado en enfermería, su creciente demanda por los estudiantes y las exigencias que conlleva implantar una titulación vinculada al campo de la salud, se alza como un reto a abordar para la Universidad de La Rioja.
Recién llegada para afrontarlo está Patricia Pérez Matute, doctora en Bioquímica por la Universidad de Navarra, pertenece al área de Enfermería de la UR, y es investigadora en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del Cibir-Hospital San Pedro. Con apenas un par de meses transcurridos desde que se estrenó como la nueva decana de la facultad de Ciencias de la Salud, Pérez Matute nos concede con entusiasmo unos minutos para comentar las complejidades de esta titulación que, entre muchas otras cosas, demanda más plazas para el próximo curso.
Enfermería es el único grado en la Universidad de La Rioja que se encuentra en el primer nivel de experimentalidad, ¿por qué?
No cabe duda de que es uno de los grados más atractivos y, si una profesión es demandada en la sociedad actual, esa es la de los cuidados.
Generalmente, los grados relacionados con ciencias y salud suelen estar dentro del coeficiente de estructura docente elevado, y eso tiene que ver con la experimentalidad.
En el caso de enfermería en concreto, ¿Qué conlleva este grado que lo diferencia de otros de la UR?
En el caso de la Universidad de La Rioja, el grado de Enfermería es el que tiene mayor nivel de experimentalidad porque es el que tiene el mayor número de créditos prácticos. Concretamente, 78 de los 240 créditos que tenemos, es decir, aproximadamente una tercera parte del grado, son prácticos, y eso es una de las cosas más diferenciales de nuestro grado con respecto a otros.
Contamos con prácticas adscritas a algunas asignaturas, como en los laboratorios, o el uso de tecnología de última generación para hacer simulaciones con pacientes que, por ejemplo, entran en paro cardiaco y hay que reanimarlos.
¿Los alumnos también hacen prácticas en centros sanitarios?
Por supuesto, en centros socio sanitarios, en hospitales, en primaria... y esa es una de las fortalezas de este grado y de nuestra universidad, que precisamente por ser pequeña nuestros alumnos desde segundo de carrera entran en estas prácticas clínicas, que son prácticas pre-profesionales, es decir, entran en contacto con lo que es el día a día de la profesión, con el manejo del paciente, la colaboración con otros profesionales también de otras disciplinas como la medicina, los auxiliares, etc. Y para terminar en cuarto todos tienen que pasar por la UCI y por urgencias, además de primaria.
Enfermería también es la titulación con el precio más elevado.
El precio de las tasas siempre va relacionado con la experimentalidad, y es verdad que en este caso no solo tenemos prácticas en laboratorios y en simuladores, si no inmersión del alumno desde segundo año en lo que va a ser su vida profesional, y eso requiere una inversión y muchos gastos asociados, como administrativos, de cuidados y vacunación para los alumnos, dadas altas en el sistema sanitario riojano... Pero es algo que nosotros podemos proporcionar e igual otras universidades no pueden por ser de mayor tamaño, y a mí me parece un lujo.
Es además un grado cada vez más demandado, incluso para este curso se han ampliado plazas, ¿se volverá a hacer el próximo curso?
Actualmente tenemos muchos alumnos. Durante muchos años hemos tenido 75 plazas pero el año pasado se incrementaron a 90. Para el año que viene nos gustaría poder incrementarlas a 120 plazas, entonces imagínate a 120 alumnos que tienen que rotar desde segundo por los diferentes servicios, a los que se suman los de tercero y los de cuarto.
Pero la población necesita cuidados y somos conscientes de ello. Necesitamos experimentalidad en prácticas profesionales, necesitamos formar a profesionales porque son ellos los que van a cuidar de nosotros, y necesitamos que nuestros alumnos entren en contacto con el paciente cuanto antes.